Nuestra picardía tradicional afirma que “tonto, el último”, y entonces, parecer listos, los españoles reconocen ser bastante pillos.
Es lo que señala la encuesta de 2013 sobre la corrupción percibida por los propios españoles y por reconocidas personalidades de distintos orígenes, elaborada por “Transparencia Internacional”.
Esta organización sin ánimo de lucro, nacida bajo un estricto código alemán de honestidad, estudia anualmente la percepción de honradez en 177 países.
Señala la máxima en 100 puntos, de los que España obtiene de 59, en el puesto cuarenta. Los más honrados, Dinamarca y Nueva Zelanda, obtienen 91 puntos.
En 2012 España sumaba seis puntos más y ocupaba el número 30 de la lista. Ahora, ese lugar lo tiene Botswana.
También le superaron en percepción de honradez, entre otros, Bután, Chipre, Brunei y Polonia.
Los primeros hispanohablantes: Uruguay, ocupa el puesto 19, junto con EE.UU., y Chile, el 22, igual que Francia.
Los más corruptos, con ocho puntos, Afganistán, Corea del Norte y Somalia.
Esta encuesta, aunque elaborada con rigor académico --en España la hace la Fundación Ortega y Gasset-Marañón-- sólo estudia la “percepción” de la honradez que tienen el común de los habitantes del país, y distintas personalidades de prestigio, nacionales e internacionales.
Se les pregunta, en especial, sobre las estructuras políticas, como ayuntamientos, y gobiernos provinciales, regionales y nacionales.
Los españoles demuestran estar poco orgullosos de sí mismos tras los desfalcos en distintos poderes con protagonistas como Bárcenas o Urdangarin, por ejemplo,que manchan al PP y a la familia real, y que influyen claramente en la percepción de 2013.
Quizás consuele un poco saber que la justicia en España permite que podamos conocer escandalosas corrupciones, mientras que en países que aparecen como más honrados se dan muchos casos que, al contrario, nunca llegan ni llegarán a descubrirse.
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SALAS