Aunque yo soy de letras puras, hay una cosa que realmente me fascina del mundo científico, y son los experimentos. Hace un par de semanas encontré información sobre lo que era el experimento de Seligman (apellido de unos de los psicólogos que lo llevaron a cabo), también conocido como el experimento de la indefensión aprendida, y consistió en lo siguiente: en 1965 se sometió a dos perros a recibir descargas eléctricas ocasionales; el primer perro tenía a su alcance una palanca con la que paraba esas descargas, pero el segundo no disponía de ese recurso, así que dependía por completo de las acciones de su compañero. Esto dio como resultado que el primer perro tuviera un estado de ánimo normal, mientras que el segundo siempre parecía estar estresado y muy triste. Cuando las tornas cambiaron y el segundo perro tuvo el poder para accionar la palanca y pararlo todo, simplemente no lo hizo; su psicología había aprendido a resignarse y a dejar que pasara, confiando en que la tortura no durara mucho tiempo o que parara por sí sola en algún momento.
Esta es la versión resumida, podéis encontrar más información en San Google
A partir de aquí, no me fue nada difícil trasladar esta información a lo que la humanidad lleva viviendo durante mucho tiempo, siglos quizá. Y es que hemos aprendido a ser buenos perros que ladran lo justo para no molestar demasiado a su amo, y que en el fondo albergan la esperanza de que algún día todo cambie a mejor. Siempre oímos decir "esperemos que estos sean mejores que los anteriores", "a ver si cambian las cosas", "ojalá que todo se solucione". La manera en la que nos expresamos dice mucho de cómo actuamos, y las frases que antes he señalado exponen un nivel de pasividad casi alarmante, como de alguien que está a verlas venir más que de moverse para actuar si la situación no se presenta favorable. No hace falta señalar que las expresiones de antes se aplican a prácticamente cualquier ámbito de la vida, pero creo que no me equivoco si digo que muchos de vosotros habéis pensado rápidamente en la situación política. Lo primero que a mí se me vino a la cabeza no fue tanto el ámbito político, sino el ámbito social. Personalmente, no tengo mucha confianza en querer cambiar los poderes que están por encima de nosotros si primero no vemos lo que hay entre nosotros, en la misma base de una sociedad. Para ilustrar esto que digo, voy a poner un vídeo que se hizo muy popular en España, y que expone lo bien que funciona la indefensión aprendida, aunque advierto que las imágenes son algo difíciles de ver por su violencia:
Si no viviéramos bajo la tiranía de la indefensión aprendida, ese matón involucionado hubiera recibido una buena lección desde el mismo momento en el que tocó a la niña. En el vídeo solo se aprecia a un joven que está siendo testigo de todo, pero en ese mismo vagón había más personas que no salieron en cámara, y que sin embargo tuvieron la misma reacción: ninguna. No quiero entrar a juzgar su falta de acción (habría que ver qué hubiéramos hecho nosotros en su lugar), pero el hecho de que alguien esté siendo atacado delante de nuestras narices por un solo individuo, y aún siendo nosotros más no seamos capaces de mover ni la ceja, deja bastante claro el nivel de indefensión al que hemos llegado. O quién sabe, puede que si no viviéramos bajo esta tiranía de la indefensión aprendida, esa niña hubiera usado sus propios recursos para defenderse. El peligro muchas veces lo tenemos en casa, dentro de la misma sociedad. Es por esto por lo que una persona maltratada sigue con su verdugo, porque confía ilusamente en que algún día las cosas cambien; es por esto por lo que los niños que sufren bullying raramente se defienden, porque hasta los profesores dicen "no hagas caso, ya se cansará"; es por esto por lo que se les dice a las mujeres que si se visten de una manera o de otra pueden meterse en problemas. Todos estos ejemplos cumplen el mismo patrón, son las personas no problemáticas las que tienen que vivir en situación de estrés, mientras que los malos pueden relajarse, porque les están dando a entender que el mundo es suyo. A estos últimos la indefensión aprendida de los demás les va de perlas. Y si sois de los que os preguntáis por qué en tantas ocasiones se busca culpar a la víctima en vez de castigar al delincuente, la respuesta resume toda esta primera parte de la reflexión: porque los perros que han asumido su estado de indefensión enloquecen en cuanto ven que un compañero se atreve a accionar la palanca para cambiar las cosas, porque tienen miedo de que esa valentía les afecte a ellos de alguna manera, o porque simplemente les gusta pensar que ellos están en el bando de los fuertes. En la segunda parte también vienen curvas. Todos los comentarios son bienvenidos.
Fuente de las imágenes:
http://www.mi-web.org/miembros/9973-mikeberriv/fotos/11890-buen-perro
http://es.slideshare.net/ZonaikaPosada/experimentos-psico