Las cerámicas griegas presentaban motivos geométricos, escenas mitológicas o cotidianas. Aunque no era un motivo exclusivo de estas, en las figuras rojas era muy común presentar el gimnasio, donde los atletas se muestran desnudos. Entre estos era visible la pareja del erastés con el imberbe erómenos, pero también perros que no parecían conformarse con formar parte del decorado, sino que participaban en el encuentro sexual. ¿Es que, además de tener actividad sexual entre hombres, también practicaban la zoofilia?
Los perros aparecen en más de 400 vasos de figuras rojas y, en la mitad de ellos, lo hacen en gimnasios, acompañando a hombres, jóvenes o en escenas explícitas de cortejo. Estas no tenían que ser representaciones de momentos reales de la vida griega, sino que eran una viñeta de fantasía y humor donde los perros podían tener distintas funciones. El perro podía ser una manifestación cómica del erastés, un hombre adulto interesado por el joven efebo.
En la sociedad griega, los adultos ansiaban a los jóvenes, pero su relación tenía fecha de caducidad, pues su disponibiliad acabaría en el momento en el que este último realizara su formación militar y se convirtiera en un ciudadano de pleno derecho. Estos jóvenes debían ser bellos, disciplinados y modestos, comportándose con moderación y vergüenza, cualidades que fomentaban con el ejercicio. El erastés debía ser un mentor que generara una admiración recíproca, pero la dificultad de su posición residía en obtener la atención del erómenos. Tradicionalmente, debía ser persistente y deseoso, pero tener metas nobles, no meramente gratificar su libido. Por lo tanto, la relación era un tira y afloja entre adultos con mayor posición social y jóvenes que debían saber jugar con su atractivo y exclusividad. Aquí es donde entra la figura paródica del perro.
Los perros representan la caza del erastés, expresando cómica y desinhibidamente sus intenciones. Esta asociación no era sutil, pues estas escenas podían aparecer literalmente yuxtapuestas a otras de caza, con los perros persiguiendo a las liebres, que representaban a los atléticos y huidizos erómenos. Además, "perro" (κύων) era una jerga usada para referirse al miembro masculino o dildo, por lo que su presencia no es fortuita. Sabiendo esto, la presencia de una liebre y/o un perro enriquecen las interpretaciones de las imágenes, estando en consonancia con la frase de Platón en Fedro: "Como el lobo ama al cordero, el amante ama al amado". De esta manera, se promovía que los jóvenes debían ejercer la moderación para protegerse de los amantes que actuaban como lobos, cultivando una virtud que se valoraba en su desarrollo como ciudadanos. No obstante, el erastés también podía mostrarse sometido, como un insignificante perrito faldero que ruega la atención del joven.
Estas imágenes podrían haber sido el motivo de bromas en los simposios. En estos banquetes, las copas con forma de cabeza de sabueso pudieron haber cambiado de cara a quien la levantara para beber hasta el fondo de ellas, convirtiendo cómicamente al bebedor en erastés y al resto en erómenos, aunque realmente no fuera así. Por si fuera poco, la desinhibición, la gula y la furia de los borrachos también se comparaba con los perros. Este descontrol podía contrastar con la imagen de los atletas con el nudo de perro en el pene, que no solo les protegía, sino que en el arte mostraba su contención, demostración de su autocontrol. Con lo dicho previamente, indicaba que le había puesto la correa o el bozal al perro y tenía el poder, a diferencia de cuando se mostraba como una indefensa liebre. Ante esto, los perros podían aparecer con las orejas gachas, como una raza ridícula, perdiendo el control sobre su deseo o sus esfínteres. Incluso podían mostrar al joven amaestrando al perro, que responde obedientemente a las órdenes de su amo.
- Haworth, M. (2018). The Wolfish Lover: The Dog as a Comic Metaphor in Homoerotic Symposium Pottery. Archimède: Archéologie et histoire ancienne, (5), 7-23.