Viernes 25 de marzo, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo: OSPA, Concierto de Abono nº 8. Valeriy Sokolov, violín. Perry So, director. Obras de Bartók y Schumann.
Tras mi grata experiencia didáctica con "los Cuadros de Mussorgsky" tenía muchas ganas de escuchar nuevamente a la OSPA con el director de Hong Kong, y la segunda semana entre nosotros creo que ha cundido y mucho.
El Concierto para violín nº 2 de Bartók tuvo como solista al cracovio Valeriy Sokolov (1986), auténtico virtuoso del instrumento que nos dejó una interpretación realmente increíble para una página casi "diabólica" y auténtico examen técnico además de expresivo, en la que tuvo mucho que ver el nuevo aspirante a titular de la orquesta, el joven director chino que aún no ha cumplido los 30 años. En el mundo de la música, como en el del vino, la edad siempre cuenta pero no es siempre sinónimo de calidad. Mas cuando hay mucho trabajo detrás, claridad de ideas, y una preparación con medios al alcance de todos -hace años serían impensable- tenemos un gran producto al que un buen marketing puede llevar al triunfo y la fama. Frente a una obra como la de Bartók, excelentemente comentada en las notas al programa por mi colega y amigo Ramón Avello, tener un solista de lujo, y esta vez lo hubo, no hubiera sido suficiente sin una dirección que supo pintar todo el colorido que la partitura esconde a nivel sonoro. Nos descubrió una gama de colores orquestales realmente única, empastada, mimando el sonido de cada instrumento para conseguir sacar a la luz todo lo esconde este cuadro cubista sonoro que es el segundo concierto para violín del húngaro (realmente son unas variaciones sinfónicas) con una exactitud en gesto y entradas capaz de concertar con el solista una interpretación realmente única en la tímbrica, perfecta en los tempi que "marcó" el violín, y sobre todo una dinámica que mantuvo un feliz coprotagonismo, pudiendo escucharse realmente todo en el discurrir de los tres movimientos (aunque me quedo con el último Rondó: Allegro molto), lo que es un triunfo. Realmente me entusiasmó escuchar unos timbales protagónicos, una celesta impecable, un arpa perfectamente llena de sugerencias debussyanas, una madera cálida (enhorabuena al trabajo no siempre reconocido de los coprincipales que "doblan" y deben cambiar rapidísimo de instrumento como Daniel Sánchez en el clarinete bajo o John Falcone al contrafagot), unos metales sin estridencias a los que la dirección exigió "abrir" sonido con el peligro que supone en cuanto a seguridad (lo saben bien los cuatro trompas), y sobre todo una cuerda a la que los directores siempre azuzan por saberla auténtica columna vertebral e identitaria de nuestra formación asturiana, que esta vez sonó delineada y cálida como le pidió el director en cada momento, incluso percusivamente cálida en los rítmicos acompañamientos, sin olvidar la corporeidad de los contrabajos que tenía un poco olvidada. Impecables todos en el siempre difícil papel de concertar con un solista que, sin darlo todo, nos demostró un completo dominio de este concierto de Bartok que no hubiera resultado igual sin lo anteriormente expuesto. Como también nos recuerda Ramón Avello en las notas al programa, el expresionismo perturbador de una obra que el poeta asturiano Ángel González reflejó magistralmente en su poema "Estoy Bartok de todo".
Y tras lo escuchado anteriormente, sobre todo a nivel tímbrico, la Sinfonía nº 3 en MI b M., Op, 97"Renana", de Schumann, no haría sino corroborar lo que se apuntó en la primera parte. El Maestro So ya comentaba esta semana que "Ha surgido química entre la orquesta y yo", algo que todos los asistentes pudimos comprobar. En esta obra exigente para todos, dirigida de memoria, lo que prueba la implicación, motivación y profesionalidad de todo aspirante, volvió a sacar lo mejor de nuestros músicos de la OSPA, en una visión romántica más allá de las propias indicaciones en alemán, mimando sonoridades, tiempos y dinámicas en los cinco movimientos:
El lirismo del Lebhaft que resultó unitario y dinámico con seguridad e ímpetu en el arranque;
Un Selhr mässing tranquilo y alegre con violas y chelos empastados y sonando como uno sólo más un viento realmente de "ensueño";
El Nicht Schenell central muy emotivo, nuevamente bien dibujadas las líneas melódicas, y en línea creciente de expresividad y buen hacer;
Impresionante el Feirlich que rememora la visión de la Catedral de Köhln (Colonia) en una escapada desde el cercano Dusseldörf en que se asentó por entonces la familia Schumann, movimiento donde el viento sonó cual órgano bruckneriano perfectamente empastado,
Y ese Lebhaft final lleno de ritmo, alegría e ímpetu que nos dejó un excelente estado anímico mucho mejor que el bipolar del compositor. A la salida los comentarios favorables a Perry So como próximo titular subieron muchos enteros... pero aún queda temporada por delante.
P. D. 1: Crítica del concierto del Jueves 24 en Avilés, del propio Ramón Avello en El Comercio.