Si estáis mirando el cielo estos días, tal vez hayáis visto un número inusual de estrellas fugaces (aunque el número usual suele ser 0), pero aún no ha llegado lo bueno. Mañana, 12 de Agosto, la lluvia de estrellas de las Perseidas caerá con su máxima intensidad.
Crédito: Pierre Martin, Ontario, Canada.
Vamos a aclarar algunos conceptos sobre las lluvias de meteoritos para que estéis preparados/as para impresionar a vuestro ligue mañana por la noche (o, si sale mal, al menos dar conversación).
En primer lugar, ¿por qué las lluvias de estrellas ocurren con tanta regularidad?
No todo lo que da vueltas alrededor del sol son planetas. Hay una gran cantidad de cuerpos rocosos menores, como asteroides y cometas, que orbitan el astro rey siguiendo trayectorias muy variadas. Los cometas, en concreto, son inestables y van perdiendo material por el camino (sobretodo cuando se acercan al sol y el hielo que contienen sublima parcialmente) así que, por allí donde pasan, dejan una estela de trocitos de roca flotando por el espacio.
Cuando la Tierra pasa por ahí donde se cruza nuestra órbita con la del cometa, nos tragamos todos esos pedazos de roca que deja su estela, como cuando un coche se os cruza perpendicularmente a toda velocidad por un camino de tierra y todo el polvo entra por la ventana. O sea, no es que los meteoritos vengan hacia nosotros, sino que hay una nube de escombros espaciales y la Tierra se estampa directamente contra ella.
Como podemos ver en la imagen (en la que aparece representado todo menos la escala correcta), cuando la Tierra se adentre en la estela del cometa, irá atravesando una nube de fragmentos de roca cada vez más densa. Por eso las lluvias de estrellas duran unos días y tienen un pico de máxima intensidad que se da cuando atravesamos la zona donde más material hay.
Total, como tanto los cometas como la Tierra tienen unos periodos orbitales muy regulares nos encontramos con la nube de fragmentos de roca que dejan a su paso en determinadas épocas del año.
Y, la siguiente pregunta, ¿por qué brillan tanto los meteoritos de las lluvias de estrellas?
Hombre, eso es fácil, porque entran en la atmósfera y la fricción...
¡NO! ¡MAL!
Contrariamente a lo que está extendido, los meteoritos no arden por culpa de la fricción con el aire. Nos explicamos.
La velocidad del sonido en el aire es de 343 metros por segundo. Cualquier cosa que supere esa velocidad, estará desplazándose más rápido de lo que el aire es capaz que quitarse de en medio. Los meteoritos impactan contra la atmósfera hasta a 72 kilómetros por segundo por lo que, a esas velocidades, cuando un meteorito choca contra la atmósfera la empuja y la deforma, en vez de zambullirse en ella. Es algo así como un planchazo en la piscina de proporciones cósmicas.
En vez de apartarse del camino, el aire de la atmósfera se va apilando y comprimiendo frente al meteoritoy, como todos sabemos, cuando algo se comprime su temperatura aumenta.
Hemos exagerado el fenómeno para demostrar cómo se comprime el aire. El calor no llega hasta el suelo.
Cuanto más se adentra un meteorito en la atmósfera, más gas comprimido acumula frente a él y más aumenta la temperatura del aire con el que está en contacto, pudiendo alcanzar los 2.725ºC, calor de sobra para vaporizar la roca. Además, con las altas temperaturas, el meteorito empieza a emitir luz a medida que se vuelve incandescente. El material vaporizado e incandescente, que ya no está sujeto al cuerpo sólido del meteorito, sale disparado hacia atrás formando una cola luminosa.
Y, finalmente, la pregunta del millón: ¿por qué se llaman Perseidas?
Desde la dirección del cielo en la que nos llegan las estrellas fugaces, parecen irradiar desde la constelación de Perseo.
Fuente: sciencie1.nasa.gov
Y ya está, no tiene más misterio.