Ha sido uno de los pediatras más influyentes en España y, jamás, perdió la compostura y la humildad. Fue un Maestro sin Cátedra pero eso no impidió que fundara una sociedad de pediatría más extensa y poderosa que la propia Asociación Española de Pediatría. Tenía discípulos, verdaderos discípulos que le adoraban y una legión de seguidores que, a buen seguro, llorarán tras su muerte. Yo le conocí y traté con él en diversas ocasiones y, en un momento, te dejaba con la boca abierta por su clarividencia y sentido común. Sus clientes le adoraban y, en pediatría, siempre fue un adelantado en su época definiendo y revalorando al pediatra extrahospitalario (el que trabaja en los centros de atención primaria).
Antes de fundar su movimiento con miles de seguidores, el pediatra que trabajaba en un hospital era "el bueno" y el de la calle, el que trabajaba en un ambulatorio era "el malo". Él le dio la "vuelta a la tortilla" consiguiendo colocar al pediatra de familia en el lugar que le corresponde. No en vano un 5% de los niños se visitan en un hospital y el otro 95% lo hace en los centros de atención primaria.
Su labor educativa sigue plasmada en GRINDOPE que este año celebra su 38º Curso de Pediatría Extrahospitalaria con el título "Coloquios con especialistas". Este año han tenido la amabilidad de invitarme pero, por primera vez en la historia de esos cursos, Francesc los verá desde el más Allá.