Maryclen Stelling.
Incuestionable la confabulación entre la mayoría de los medios y las dos principales fuerzas políticas, GPP y MUD, de manera tal que al informar tales medios están claramente alineados con una u otra trinchera política. La oferta informativa refleja un evidente sectarismo político que promueve la estigmatización de voces y noticias críticas, supuestamente perjudiciales para el sector político que representa y reseña ciegamente.
Mientras los medios privados de oposición desarrollan desde diferentes ángulos una tenaz y concertada estrategia de ataque a la gestión de gobierno. Los medios del Estado, de espaldas a tales embestidas, observan un comportamiento reactivo y se solazan y distraen en las respuestas oficiales en detrimento de la consolidación del poder popular. Se centran en “la agenda gubernamental”, en la difusión de “las obras de gobierno” y en la promoción de funcionarios que inauguran, firman convenios, etc. Prevalece la agenda de “acciones dirigidas a fabricar un clima de anarquía, desestabilización social e ingobernabilidad” y la denuncia de cercos mediáticos, golpe económico, eléctrico…Muy marginal el tratamiento a la gestión de la transición al socialismoDesde la oposición distinguimos ataques constantes y arremetidas coyunturales. Infaltable la crítica negativa a la gestión de la seguridad y el manejo del miedo. Inquebrantable la arremetida contra la gestión económico-financiera que dibuja un país en crisis y al borde del colapso.
En cuanto a los ataques coyunturales destaca el cuestionamiento a la gestión de salud y la respuesta gubernamental profusamente reseñada en los medios del Estado: conformación de un Estado Mayor de Salud e inversión de dinero. La arremetida contra la gestión eléctrica se centra en mal mantenimiento, falta de previsión y secretismo en torno a la inversión en el área. Los medios del Estado se hacen eco de la denuncia oficial de un “nuevo golpe” y destacan la creación de la Unidad de Seguridad e Inteligencia del Sistema Eléctrico.
Entre “la ciudadanía mediática” y los medios afines políticamente se ha establecido una suerte de perversa complicidad, en la que usuarias y usuarios toman fuertes medidas de seguridad para evitar la disonancia política, evadiendo exponerse a mensajes incompatibles con sus preferencias políticas. Sin embargo observamos una ruptura en la audiencia bolivariana y un reclamo abierto por un periodismo crítico.
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