Me fascina el dibujo a trazo fino de las personalidades de los protagonistas. La ingenuidad e infelicidad de Chris (sublime E. G. Robinson). La maldad del noviete, un vividor que sólo se quiere a sí mismo y se aprovecha de todos. Y la chica, femme fatale, cuyo mayor error es enamorarse de la persona equivocada, y prestarse a cada una de sus artimañas. Debilidades, engaños y frustraciones. Humillaciones, por parte de la esposa que lo trata como a un pelele; ese hombretón con su delantal fregando en la cocina, escondiendo sus cuadros, cargando con tantas mentiras, transformando su bondad en deshonestidad y deslealtad. La culpa y la necesidad de alcanzar el cielo (amor correspondido). Una vida gris que aspira a la felicidad. Perdedores que se lanzan al precipicio.
La recta final de esta historia es sencillamente magistral.
Título original Scarlet Street. Director Fritz Lang. Guión Dudley Nichols (Novela: Georges de La Fouchardière, André Mouézy-Éon). Música Hans J. Salter. Fotografía Milton Krasner (B/N).Reparto Edward G. Robinson, Joan Bennett, Dan Duryea, Jess Baker, Margaret Lindsay, Rosalind Ivan, Samuel S. Hinds, Vladimir Sokoloff. EE UU 1945, 103 min. Remake de la segunda obra sonora de Jean Renoir, La Golfa (Le chienne, 1931.Con la traducción del título, una vez más, se nos da una pista innecesaria sobre la temática que aborda el filme.
Ya he comentado otros trabajos de este extraordinario director: la ya citada: La mujer del cuadro (1944), Metropolis (en una de mis colaboraciones para Zinéfilaz) y La gardenia azul.