Lo de hoy en Las Ventas es como lo de unos comensales que acuden a un restaurante de postín a saborear unos buenos platos de merluza del Cantábrico y les enjaretan seis pescadillas sudafricanas congeladas, con el agravante que no las pueden devolver ni pedir el libro de reclamaciones. De tomadura de pelo y de bolsillo ha sido la corrida que ha enviado el ganaduros de moda, porque no puede calificarse de otra manera a un ganadero que trae una corrida como esta a la otrora primera plaza del Mundo. Auténtico fraude consentido y admitido por el equipo veterinario y la presidencia del festejo. ¿Cómo se entiende que se haya repescado un toro que había sido rechazado y se deje de sobrero uno por “fuerte”? De cachondeo. Sobre el ruedo una corrida impresentable, una colección de rumiantes sin presencia, culipollos pero ni para el puchero, con poca cara y de niños, sosos, sin raza, sin fuerzas, descastados y mansos. Toretes de peor presencia que los novillos con las que se las tienen que ver los del escalafón novilleril en esta plaza. ¡Que injusticia y que despropósito! Un festejo que no solo no hace afición sino que la quita.
Una corrida de bostezo, en la que me he acordado de las palabras del ganaduros de hoy en una tertulia que nos propinó en Málaga, en donde clamaba por la importancia de la emoción que debe transmitir el toro. Eso, tanta, tanta, como la que han transmitido sus toros esta tarde. Otro palabrero, que muy pronto también escribirá un libro contando todo lo que no hace en su ganadería, entre otras cosas dejar en segundo plano el caballo en la selección. Pues siga así que tarde o temprano conseguirá cargarse la ganadería. Se ha protestado justamente este desfile de excrecencias con cuernos, aunque en otros tiempos, ya cada vez más lejanos, el público de Madrid hubiera puesto las Ventas boca abajo. Los empresarios, calladitos frotándose las manos y a llenar la bolsa cual bucaneros de las Antillas. Todos ganan y la fiesta pierde, y esta plaza se desprestigia cada vez más en día tan señalado como el de San Isidro. Quizás creían que hoy también podrían hacer historia indultando una de esas pescadillas congeladas de Cuvillo, a modo de la que se indultó en Sevilla. Y Morante, uno del G10, consternado por las exigencias de esa plaza, con la retahíla de siempre, para excusarse. Me pregunto ¿qué exigencia ha habido hoy? Lo que tenía que preguntarse el de la Puebla es por qué su declarado admirador ganaduros le descompuso la corrida de Madrid para poder lidiar en Sevilla. Porque para la próxima, la que torearán Juli y Manzanares, seguro que la cosa cambiará después de lo de hoy. Eso y no cargar contra la afición de Madrid.
Sin toros no merece la pena hablar de faenas y toreros. Solo decir que el mejicano Saldivar estuvo con ganas y mucho valor y su concepción del toreo le augura un buen futuro en la profesión. Que Talavante, otro del G 10; como siempre, torero de espejo, desangelado, pegando pases a diestro y siniestro. Y Morante, simple y llanamente, nada de nada, aunque seguro que sus seguidores que se hayan desplazado hasta Madrid a verle, dirán que un trincherazo de cartel y dos buenas verónicas les ha compensado. Pues muy requetebién, no lo voy a criticar. Pero tóquense la cartera, a ver si la llevan.
Paz y salud
Pepe Pastor