Revista Deportes
El Barça de basket estaba muerto. Se arrastraba por las canchas de España y de Europa como un alma en pena, de ridiculo en ridiculo, sin esquemas, con jugadas que nadie entendia, y con malas caras en el banquillo, y una plantilla desmotivada y abúlica.
Y llegó Pesic. Con su rostro de anciano simpático, y como en la canción de los 70 se puso "a desalambrar" para recuperar sensaciones. Se dedicó a repartir alegría y sinceridad, eliminó jugadas imposibles para hacer un baloncesto fácil, casi de otra época, cuando la inteligencia y la sencilles brillaban en las canchas, olvidando un repertorio de jugadas a cual más complicada que la anterior.
Y el primer rival fue en la euroliga y se ganó a domicilio, justamente unos dias antes de la Copa del Rey, y sin esperanzas en la mayoría de culés, el enfrentamiento primero era con el Baskonia, ese mismo Baskonia que unas semanas antes les sacó casi 30 puntos y maquillando el resultado al final.
Pero era otro equipo. Heurtel volvía a ser el base titular, Pau Ribas estaba impresionante, Tomic era de nuevo el baluarte en la zona y Hanga justificaba el millón pagado por su traspaso.
Navarro aceptaba su papel de revulsivo en momentos puntuales, y Oriola o Claver se ganaban los minutos con intensidad y fuerza.
Y tras los vascos, primer milagro, venía el anfitrión animado por un pabellón convencido de disputar la final ante el Real Madrid, pero volvió a ser el Barça que muchos soñábamos, y con defensa agresiva y sencillez atacante, nos plantamos en la final.
Y el domingo, tras un inicio complicado con 10 tiros libres para los blancos, el equipo fue imponiendo su ley, y jugada a jugada se plantó con 8 puntos al descanso y 17 en el tercer cuarto, y tan solo un arreón final de un equipo que nunca se rinde, junto a una agresividad permitida por Hierrezuelo y sus colegas, que les dieron carta de impunidad a todo lo que hicieran los blancos, permitió al Madrid tener una ultima jugada para ganar, en lo que hubiera sido una gran injusticia, tan habitual con este protagonista en tantas copas del Rey cercanas en el tiempo.
Al final Pesic pudo disfrutar de un título, ganado con la resurrección de un equipo que esrtaba casi muerto, que olía a cadaver y que ha dejado en el mayor de los ridículos a quienes acusaron al nuevo mister, de traer naftalina en sus sistemas, de antiguo y de pasado de moda.
Es lo que pasa con las modas, que una moda nueva las deja en el olvido.
Y dice el serbio que aún puede que caiga algún otro título
Ojalá