Revista Libros
Quise suturar con mi piel
tu hábito de luna desparramada
trémula
a contravoz de sábanas negras.
Para que no anduvieras construyéndote
indómita
murallas portátiles con la costra abisal
de tu cicatriz.
Te prometí un desastre perfecto
salpicado
de vino y deriva
por cada uno de tus misterios insondables
excelsos.
Suspender en ética suspendidos en delirio
vástagos de un desorden establecido
en reglas
forjadas en aire aliento latido de duna.
Coser tu boca a la mía en algún punto intermedio
entre lo efímero y las diez próximas glaciaciones.
Encontrarnos palabras nuevas en el bolsillo del otro
como piolines en un puente parisino.
Brillar
con la soberbia de quien escupe a lo feo mundano.
Compensarnos
tu utopía cotidiana hilada en mimbre de poesía
por
mi catástrofe endémica en barrotes de sol de uralita.
Y claro.