El miércoles 11 José Bono presentó en Madrid el segundo tomo de sus memorias “Diario de un Ministro. De la tragedia del 11-M al desafío independentista catalán”, un título tan largo que es suficiente, y no precisa leer el libro plagado de hechos imposibles de comprobar, que como ya expliqué en mi anterior nota, con toda probabilidad son el fruto de la imaginación del señor Bono y no de su memoria.
El cinismo y las mentiras de algunos políticos españoles como Bono son increíbles, pero su falta de inteligencia lo es todavía más. Si se miente se ha de hacer bien y con precisión. Bono explica en el libro que después del cese del Teniente General Mena Aguado por su oposición activa al Estatut en enero del 2006, él y Zapatero decidieron investigar en secreto a unos 10 miembros de la cúpula militar porque sospechaban que podrían plantear también acciones militares contra la aprobación del Estatut. Según Bono esta investigación secreta duró dos meses, y después de asegurar que solo la conocían el Rey, Zapatero y él, explica como se llevó a cabo con todos los medios y recursos posibles, teléfonos intervenidos, micrófonos secretos en despachos y salas de reunión, etc., lo que supone que el Rey, Zapatero y él debieron pasar dos meses horrendos, matándose a trabajar para instalar primero las escuchas telefónicas y los micrófonos y seguir y grabar las conversaciones después, aparte otras múltiples tareas que una investigación de este tipo comporta. Si no sucedió así no me creo nada de nada porque el montón largo de expertos que debieron intervenir en la investigación hacen imposible haber llegado al día de hoy sin que se supiese nada del asunto. No en vano cuando Bono era Ministro del Ejército fue pillado varias veces haciendo afirmaciones que aparentemente no encajaban con la realidad.
Por supuesto que arremete contra Más y en general contra los catalanes, porque también es de los que nos quieren mucho, pone en boca de Mas frases dichas a Zapatero que demuestran, si fuesen ciertas, que a Mas solo le interesaba el dinero porque como buen catalán es un pesetero. Como buen castellano Bono desprecia el dinero y considera que pesetero es de lo más indigno que puede ser una persona, por eso él no es ni pesetero ni eurotero, pero aunque por hidalgo y castellano no le de la más mínima importancia al dinero es una lástima que no haya aprovechado su libro para aclarar las razones de que se iniciase en política sin un céntimo en el bolsillo y se haya retirado con un más que importante patrimonio, que sin duda habrá sido ganado legalmente, pero que somos muchos los que estamos interesados en saber como lo hizo, por pura curiosidad, por supuesto.
En el libro hay muchas otras cosas que no me las puedo creer ni cocido de vino como dicen en Madrid, y seguro que ocurre lo mismo con muchas de las que desconozco porque no he leído el libro ni pienso hacerlo, a pesar que creo que desde el Celtiberia Show no se había publicado una recopilación de chistes sobre la política en España como el libro de José Bono.
En su artículo de La Vanguardia del jueves 12 Pilar Rahola, dice que tanto Esperanza Aguirre como José Bono, cuando plantean un cierto regreso a la palestra, lo primero que hacen es meterse con Cataluña, porque es un recurso que garantiza votos o popularidad en el resto de España, y en volumen más que considerable. Esta tremenda eficacia de la catalanofobia a la hora de arrastrar masas en España la conocen bien en Ciudadanos porque a los que los quieren perjudicar les basta con mencionar su origen catalán.
Es totalmente incomprensible esta animadversión a todo lo catalán que está generalizada en toda España, y que la caverna se encarga de alentar continuamente, porque es el principal obstáculo a un más que deseable acuerdo civilizado que nos permita seguir juntos, cada uno con su manera de ser, sus tradiciones y sus idiomas.
Siempre me ha chocado, me ha dolido, y me ha cabreado mucho, que España sea uno de los países del mundo con más variedad a todos los niveles, culturales, lingüísticos, paisajísticos, etc., un país donde cada 200 kilómetros cambia algo básico, una variedad que hasta el más estúpido de los mortales la consideraría una gran riqueza, y en cambio nosotros no paramos de transformarla en un inmenso problema, problema que con gente como Esperanza Aguirre, Rajoy, Aznar, Wert, Zapatero o Bono y medios de comunicación como Canal 13, La Razón, ABC y el resto de la caverna no solucionaremos jamás. De nuestra frontera norte a Suiza, país variado, cantonal y civilizado que sabe transformar la variedad en riqueza, no hay unos 500 kilómetros sino una distancia de años luz, y desde Madrid más del doble.
Unos se quieren ir, y otros quieren que se queden pero obligándoles a castellanizarse a fondo y a perder su forma de ser y su idioma, rendición incondicional en suma, algo que se ha intentado en infinidad de ocasiones con fracaso sobre fracaso. Más absurdo imposible.