(Emilio, es abril).
a Alberto Ruiz Colmenar
y sobre todo a Anatxu Zabalbeascoa por la ensaimada.
Gracias a los tres por darme esta entrada hecha.
El otro día David García-Asenjo glosó en twitter un artículo-reportaje en el que algunos personajes populares decían cuál era su edificio favorito de Madrid. El famoso modista Lorenzo Caprile decía que le entusiasmaba el Círculo de Bellas Artes, del arquitecto Julio Palacios [sic].
El siempre generoso David atribuyó a mala leche y no a ignorancia que el periodista hubiera mantenido el error de Caprile en vez de corregirlo. (Siempre es mejor que supongan que actúas por odio que por inepcia).
Yo, como soy medio tonto y me gusta hacer el payaso más que comer patatas al ajillo, inmediatamente dije que me gustaban mucho Francisco Gaudí y Ramón Vázquez de la Sota.
Se ve que éramos varios los ociosos en ese momento, y que teníamos ganas de coña, porque inmediatamente Anatxu Zabalbeascoa me corrigió por lo de Francisco Gaudí: "¿Quieres decir Francesc?" Y Alberto Ruiz (que ha hecho una tremenda tesis doctoral sobre el tratamiento que los medios de comunicación generalistas han dado a la arquitectura contemporánea(1) y se sabe el ABC y La Vanguardia de memoria) aportó una página de la hemeroteca del ABC en la que mencionaban a los arquitectos Mies van der Roche y Philips Tohnson.
Entonces Anatxu nos contó que en cierta ocasión entrevistó a un arquitecto que le habló de:
Zara Hadid,
Tadeo Ando,
Frank Perry,
Peter Ensaimad y
Normand Foster.
Son todos ellos unos nombres buenísimos, pero el que me mata es el de Peter Ensaimad. Es más, creo que ya lo voy a llamar así siempre. Y no por mala leche o por estúpida socarronería, no. Es que ya me es imposible recordar su verdadero nombre. La ensaimada lo ha ocupado todo. Ya no cabe otra cosa.
Un amigo mío, también arquitecto, se refiere siempre a Frank Lloyd Brij (lo pronuncia así: Brij). Y yo le digo Yoid aunque sé que se pronuncia Loid, pero es superior a mis fuerzas: No puedo decir Loid, no me pega: Los americanos dirán Loid, pero lo dicen mal. No puede ser.
Lo mismo me pasa con Le Corbusier (Le Cogbisié, poniendo, para pronunciar la primera "i", los labios fruncidos en o: Bocaculo, que decía un compañero mío en clase de francés. "Esa u se dice i, pero poniendo la bocaculo".
Le CogbÏsié
(A este respecto, Eduardo Nordmann, del podcast Pienso, luego ya tú sabeh, cuenta en algunos episodios que en la carrera de filosofía había un profesor que les hablaba de Decag, y ellos no sabían quién era ese tipo. Copiaban en los apuntes Decag fonéticamente y después buscaban en la biblioteca nombres parecidos, pero no encontraban nada de ese filósofo. Hasta que al cabo del tiempo se enteraron de que el profesor les estaba hablando de Descartes).
Podríamos hablar de cómo veneramos a los arquitectos, incluso aunque no sepamos decir sus nombres. Pero por eso mismo; porque los mencionamos como si fueran futbolistas. Pronunciamos Koolhaas a la inglesa: Culjas, y de pronto alguien nos dice que en holandés se dice algo así como Colas, y yo me acuerdo de cuando el Barça fichó a Cruyff, que hasta ese momento, mientras jugaba en el Ajax, le habíamos llamado Cruif, y de pronto había que llamarlo Croif, Craif, yo qué sé. ¿Os acordáis? Ah, no, que sois asquerosamente jóvenes. Qué lata con vosotros, de verdad.
Una cosa que os pasa, guapitos, es que todos sabéis ya inglés, y pronunciáis en inglés cualquier nombre extranjero, aunque sea armenio. Pues muy mal. Veis a Ivan Vladislavovich Zholtovski y decís algo así como Sholtouvske, sin saber que en bielorruso se pronuncia... como se pronuncie. ¿Y qué pasa con el alemán? No caéis en que Neutra se pronuncia Noitra, y Neufert Noifert.
No podemos saber alemán, inglés, francés, sueco, chino... ¿Por qué no lo pronunciamos todo tal como se lee en español?: Rei-ma-Pie-ti-la, Ja-mes-Es-tir-lin, Si-gur-Le-ve-ren, Do-mi-ni-que-Pe-rraul, Pe-ter-Be-rens... No; no os riáis. Siempre recordaré cuando mi mujer y yo llegamos al aeropuerto de Ámsterdam y nos pusimos a buscar a quien se suponía que nos tenía que llevar al hotel. No había nadie con cartelito. Se me acercó un tipo que me dijo: "Jaranas". No le hice caso. No estaba yo para jaranas. Estaba nervioso buscando y comprobando que no había venido nadie a por nosotros. El individuo me volvió a decir, esta vez tocándome el codo: "Jaranas".
-¡Que me suelte!
No sabía si gritar, si pedir ayuda por si ese psicópata jaranero me hacía algo.
El asesino seguía tocándome el brazo. Sacó su cartera y de ahí un papelito, y me mostró mi apellido: "Hernández". Lo señaló con el dedo y me volvió a espetar: "Jaranas".
Súbitamente me alegré y le dije a esa buenísima persona: "Sí, sí, is mí, ai am: HER-NÁN-DEZ".
Él repitió: "JA-RA-NAS" y echó a andar a toda prisa. Jaranas y señora le seguimos con la lengua fuera.
Pues eso: Que si yo en Holanda soy Jaranas, el arquitecto de la Cidade da Cultura será ya siempre para mí Peter Ensaimad. Y no se hable más.
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(1).- Para mi sorpresa se lo han dado, y no escaso ni rácano.