Lo sé, no es la primera vez que hablamos de un palacio calificándolo como el Versalles de su país. Pero ya que el palacio francés es uno de los grandes referentes mundiales, cualquiera que se acerque a su esplendor desata esta comparación inevitable. Hoy, pues, toca hablar del Gran Palacio de Peterhof, el Versalles ruso.
Peterhof es un municipio del área metropolitana de San Petersburgo, donde el zar Pedro el Grande hizo construir una serie de palacios y jardines. El Gran Palacio es el más destacable de estos edificios, situado en los llamados Jardines Bajos (una parte del gran parque); a él se accede por la escalinata de la Gran Fuente. Y a pesar de su nombre, no es especialmente grande, al menos no en comparación con el Versalles genuino.
Pero lo que le falta en tamaño lo cumple con creces en esplendor. Con una magnífica decoración en forma de pinturas, muebles y objetos de colección, muestra toda la grandeza de las mejores épocas de los zares; principalmente de arte ruso, aunque también se encuentran algunos artículos chinos de imitación. En total hay unas treinta salas abiertas al público, entre las que destacan el Salón Chesma (decorado con doce grandes pinturas de la batalla de Chesma), el Salón de las Pinturas (con la friolera de 368 cuadros cubriendo casi cada metro cuadrado de las paredes) y los Gabinetes Chinos (donde se pueden ver artículos chinos importados y de imitación).