Juan Carlos Valdez
La variación desmesurada, al alza, que experimentan los precios en Venezuela, tiene como fuente principal la distorsión en el tipo de cambio Bolívar-Dólar. En este punto, prácticamente no existe contradicción entre los que estudian la economía venezolana, tenga la tendencia política o ideológica que sea. Incluso en el informe que elaboró la Cepal acerca del problema fronterizo colombo-venezolano sobre el contrabando de extracción, se aseguró en ese informe que la mayor distorsión de los precios en Venezuela la produce el tipo de cambio paralelo.
Esa distorsión del tipo de cambio, en un país con una economía importadora, afecta el valor de nuestra moneda , y como consecuencia de ello, afecta los precios; ya sea por la vía directa del precio especulativo de la divisa (subida del precio del dólar paralelo), o por las expectativas adaptativas de los productores y comerciantes, que no es otra cosa que la acción de estos de tratar de adivinar cuál será el próximo precio del dólar paralelo, sumándoselo de una vez al precio de sus productos (esta locura la justifican por el supuesto “costo de reposición de las mercancías”); con esta acción, los productores y comerciantes, no sólo contribuyen a acelerar el ritmo y la magnitud de la inflación, sino que calculan sus ganancias sobre la base de ese precio especulativo, con lo que incrementan sustancialmente sus ganancias.
La academia neoliberal atornilló la concepción de que la variación de los precios al alza es, principalmente, culpa del consumidor que ante determinadas circunstancias (momentos de escasez de bienes o servicios necesarios) le da un valor mayor a los productos que necesita, lo cual hace nacer un “derecho” en los oferentes de aprovechase de la necesidad del consumidor en esos momentos de escasez para subir los precios a voluntad. Eso pasa igual con el Dólar Estadounidense (todas las monedas son también mercancías); ante una situación de escasez de dólares y frente a una necesidad enorme de dólares para importar bienes y servicios que no se producen aquí, el que tiene el dólar subirá el precio buscando cada vez mayor ganancia por él. Pero al subir el precio del dólar, se supone que necesitamos más bolívares por cada dólar, y como pagamos con bolívares los bienes importados, cada vez pagamos más por ellos y se afecta el sistema de precios nacionales, gracias a la avaricia de quienes tienen los dólares.
¿Cuál sería la solución para evitar que nos sigan robando con el precio del dólar?
Veamos este ejemplo que usted seguramente vive:
Hace algún tiempo, usted podía almorzar en un restaurant con cierta regularidad, porque los precios variaban poco y usted ganaba lo suficiente para cubrir ese gasto, pero cuando empezó el ataque a nuestra economía y los precios comenzaron a subir muy rápido y muy alto, usted decidió hacer su almuerzo en casa y llevárselo al trabajo. Cuando usted hizo eso eliminó la posibilidad de que el del restaurant lo siguiera robando con los precios y se ahorró mucho dinero al mes. Este ejemplo lo que nos dice es que en la medida que dependamos menos de terceros, somos menos vulnerables a sus abusos.
Nosotros necesitamos dólares para importar lo que no producimos aquí; la primera solución de fondo pasa por producir aquí lo que necesitamos ( tenemos la tecnología necesaria, el talento humano y cualquier materia prima que requiramos). Pero mientras hacemos eso, tenemos que estabilizar los precios, que afectan también la producción; entonces necesitamos una moneda con la que podamos importar los productos que necesitamos en la etapa de transición para desarrollo real de nuestra economía, y que además tengamos control de esa moneda. Es aquí donde entra en juego el Petro.
Para lograr que el Petro cumpla con la misión histórica de protegernos del ataque del Dólar, convirtiéndose en nuestra moneda de intercambio en el mercado internacional, lo primero es estar claros en que ese debe ser el objetivo. En ese orden de ideas, sería necesario realizar convenios con todos nuestros aliados comerciales, de manera que nos ayuden a que el Petro sea aceptado por sus productores, de modo que el Petro pueda comenzar a circular en el comercio de esos países y comience a ganar confianza.
Ese mecanismo funcionaría de la siguiente manera: el gobierno del país amigo, se comprometería a comprarle a sus proveedores, con su moneda nacional, todos los petros que Venezuela les dé como pago de la venta de mercancías, y el gobierno le pagaría a Venezuela con esos petros el suministro de energía (petróleo, gas etc.). De esa manera, el Petro comenzará a ganarse la confianza de los productores en el mercado de aquellos países, y comenzará a circular. En todo caso, de esa forma estaría cumpliendo la misma función del dólar, al ser el medio de pago para la adquisición de bienes y servicios.
Es sólo una propuesta, pero cualquiera que se diseñe con el objetivo de que el petro sirva como nuestra moneda en el mercado internacional, bienvenida sea, ya que una vez que logremos esa meta, no habrá manera de que desestabilicen el valor del Bolívar, nunca más, y por ende, el sistema de precios nacionales.
Esto supone que deberemos adaptarnos a nuevos mercados mientras fortalecemos nuestra economía, y nos posicionamos con más fuerza en el mercado internacional.
Echemos a un lado el inmediatismo que nos caracteriza y que no nos deja planificar a largo plazo (como lo hacen todos los países que han logrado crecer), lo importante es tener claros los objetivos, comenzar y ser perseverantes en el logro de ellos.
Como dijo el poeta Antonio Machado, en su poema Cantares:
“Caminante, no hay camino; se hace camino al andar.”
¡Venceremos!
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