“Son nuestras aguas y exigimos que no se hagan prospecciones petrolíferas en ellas” advierten los gobernantes Paulino Rivero, del partido crecientemente nacionalista Coalición Canaria, y su socio socialista José Miguel Pérez, ante el proyecto de Repsol de estudiar si hay crudo a unos 70 kilómetros del Archipiélago canario, y en un área que reclama Marruecos para sí.
A veces el nacionalismo de unos y las ganas de tocar poder de otros, como le ocurre al PSOE, hace que los partidos de gobierno autonómico pierdan la noción de su verdadera jurisdicción.
Las aguas que rodean cualquier costa española son españolas, y su control y defensa es responsabilidad del Estado.
En el caso de este archipiélago de 2,2 millones de habitantes es tal la proximidad del África que es suyo para buena parte de los nacionalistas e islamistas marroquíes.
Sin España pasarían a ser marroquíes y tierra del islam, pero como sus nacionalistas saben que no los abandonarán estiran la cuerda del soberanismo para sacarle más poder y fondos al Gobierno del Estado.
De haber petróleo a mitad de camino entre Lanzarote y Fuerteventura, y Marruecos y el Sahara, se crearía una enorme riqueza para España.
Y para las Canarias, aunque sólo fuera por uso de puertos en un archipiélago que algo más del 30 por ciento de paro en el que el urbanismo del Gobierno regional está destruyendo sus atractivos naturales.
Dada la distancia de los posibles pozos no habría más impacto que el que quieran darle los nacionalistas y sus subsidiarios socialistas, que olvidan que las aguas son españolas y no suyas.
Por otra parte, Marruecos está concediendo ya permisos de explotación que, en algunos casos, invaden las aguas españolas, lo que promete conflictos diplomáticos que el ciego nacionalismo regional pretende ignorar.
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SALAS