Por Ángel Guerra Cabrera
Petrocaribe (2005) y la ALBA (2004) son ejemplos de ello. Sentaron una impronta y relanzaron un proceso integracionista que contó también con los inapreciables esfuerzos de Lula da Silva, Néstor y Cristina Kirchner, Fidel y Raúl Castro, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, Manuel Zelaya, Michel Bachelet y Leonel Fernández, por sólo mencionar a los más relevantes. Fructificó primero en la creación de UNASUR y desembocará en la histórica fundación en Caracas, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños los próximos 5 y 6 de julio.
Petrocaribe, constituida un 29 de junio hace seis años por iniciativa de Chávez, es una prueba rotunda de que el petróleo no tiene por qué verse intrínsecamente como “el excremento del diablo”, generador de codicia, violencia y guerras sin fin. Fue una acción solidaria muy oportuna para impedir la ruina de los países de la cuenca caribeña no productores de petróleo. Estos ya no podían pagar la factura del crudo debido a los gravámenes impuestos por los intermediarios y a la abrupta escalada de los precios en 2005 como consecuencia de la especulación. Es una pesadilla tratar de imaginarse lo que habría sido de sus economías sin la existencia de Petrocaribe cuando el precio del barril de crudo trepó por encima de los 130 dólares o ahora mismo que ronda los 100 dólares.
Petrocaribe ofreció mucho mejores condiciones que los Pactos de Caracas y San José. Estableció una escala de financiamiento del 40% de la factura petrolera, tomando como referencia el precio internacional del petróleo. Comparado con esos acuerdos extiende el período de gracia para el financiamiento de uno a dos años y prevé una extensión del período de pago de 17 a 25 años, reduciendo el interés del 2 al 1 por ciento si el precio del crudo supera los 40 dólares por barril. El pago a corto plazo del 60% se extiende de 30 a 90 días. Venezuela acepta, además, que una parte se realice con bienes y servicios, por los que puede ofrecer, en algunos casos, precios especiales.
Pero el mecanismo implica también la definición de una política energética común, la creación de un fondo para obras sociales en cada país con el ahorro facilitado por la compra de petróleo venezolano, así como la constitución de empresas energéticas binacionales para edificar instalaciones portuarias y de almacenamiento que no existían, construir y operar refinerías, plantas generadoras de electricidad y líneas de transmisión y distribución, así como impulsar el uso del gas y de energías alternativas. No es gratuito que Washington presionara durante años al presidente René Preval para impedir que la iniciativa operara en Haití, según cables revelados por Wikileaks.
Integran Petrocaribe Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Cuba, Dominica, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Surinam y Venezuela.
En mayo de 2009, el suministro de hidrocarburos por Venezuela a los demás miembros acumulaba 90.5 millones de barriles. La porción financiada de la factura petrolera (3.000 millones de dólares) representaba un ahorro de 1.400 millones de dólares. Petrocaribe ha financiado la planta de llenado de GLP en San Vicente y las Granadinas, la de almacenamiento y distribución de combustible en Dominica, así como la reactivación en Cuba de la refinería “Camilo Cienfuegos”. Proyectos de generación eléctrica se desarrollan en Nicaragua, Haití, Antigua y Barbuda, Dominica y San Cristóbal y Nieves. En la actualidad Venezuela entrega 200 000 barriles de crudo diariamente a los integrantes del mecanismo.
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Imagen agregada RCBáez