Revista Cultura y Ocio
"Bueno, ya sabes lo que dicen: los ricos tienen dinero y los pobres tienen hijos".
Recuerdo haber visto a una maravillosa Lana Turner hace años en la adaptación cinematográfica de esta serie y haber pensado en leer la novela. Sin embargo, no ha sido hasta este verano que lo hice y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Peyton Place.
Conocemos Peyton Place, una pequeña ciudad de aspecto idílico cuyos secretos están a punto de salir a la luz. No es que en este tipo de ciudades no se cuenten secretos, de hecho, muchas veces se sirven a la hora de la cena exactamente igual que un buen asado, pero no se airean de forma pública. Saltando de personaje en personaje, aunque sobre todo nos centraremos en tres mujeres, descubriremos todas las faltas de la pequeña ciudad. Abortos, violencia, racismo,envidias... nada es ajeno a Peyton Place. Y todo ello lo viviremos a través de sus tres grandes protagonistas: Constance, Selena y Allison, hija de la primera.
Cuando Peyton Place se publicó se formó un buen escándalo. En aquella época, las apariencias lo eran todo y a nadie le gustaba que destapasen los secretos de su vecindario. Peyton Place se convirtió en uno de esos fenómenos literarios que nadie confiesa estar leyendo, nadie encumbra como libro y, por supuesto, nadie agradece a su autora. Sin embargo, agua lleva el río cuando suena, no tardó en tener su propia adaptación cinematográfica y tampoco se hizo esperar la serie en una época en la que Netflix o HBO no eran el termómetro del éxito.
Peyton Place se publica, como ya he comentado, a finales de los cincuenta, pero está ambientado en el año 1939 en una ciudad que la autora conocía muy bien, Gilmanton. En el momento de publicación de la novela, los habitantes de la ciudad estaban lejos de sentirse orgullosos de su celebridad local, en lugar de eso se miraban con recelo unos a otros creyendo reconocer a los personajes de su tan odiado libro. Tanto es así, que a la muerte de Metalious, muchos pensaron que no era merecedora del cementerio de la ciudad y, aunque finalmente lo fue, alguien se encargó de comprar los terrenos cercanos para que su tumba estuviera sola. Pero vamos con la novela.
Peyton Place desmembra la vida de una pequeña ciudad cuyo nombre de título a la novela pero que bien podría ser cualquier otra. En cualquier lugar. Tiene de alta literatura lo que la tortilla de patatas de alta cocina y, como sucede con esta última, causa el mismo placer banal durante su lectura. Al más puro estilo de Pequeñas mentirosas, por poner un ejemplo, la novela oscila entre la telenovela y el serial para enganchar al lector como si se tratara de una gripe que te incapacita para hacer otra cosa que leer una página más. Es cierto que hoy en día ni siquiera levantamos una ceja ante lo que en aquella época estoy segura que supuso un revuelo de tres pares de narices, pero, precisamente por eso, es Peyton Place un experimento que sigue funcionando tanto en la literatura como en la sociedad actual. Hay abortos, incesto, incendios, racismo y suicidios. Hay mujeres castigadas y hombres que no salen bien parados, personajes que son tan típicos que resultan casi caricaturas y otros a los que no terminamos de conocer ni siquiera por sus acciones. Conocemos a Selena, a Constance, también a Lucas y lo que hace con su hija, a Betty, a Ginny... sabemos que unos abusan de otras, que hay bofetadas y también hijas que son tratadas como una inversión. Desde luego que no lo pasan bien las mujeres, pero los hombres distan mucho de ser unos santos. Y, con todo esto y un siglo después, el lector sigue enganchado a las páginas de una novela que demuestra que seguimos siendo una sociedad de cortinas echadas y cotilleos a media voz que tratan sobre el vecino de al lado. Tal vez haya cambiado la forma en que la sociedad ve los pecados y tal vez en la calle uno no solo no se escandalice de ciertas cosas, sino que además lo revista de un trato de normalidad, pero si esta novela demuestra algo, es que en el fondo, cuando estamos a gusto y apenas nadie nos oye, tal vez no nos diferenciemos tanto de esos habitantes creados por Metalious que señalaban a otras mientras decían ¡Puta!. Y de hecho, posiblemente por ese motivo, Peyton Place ha envejecido demasiado bien.
Peyton Place es una novela divertida, un serial en papel que apetece leer para evadirse del mundo y que, si bien no escandaliza, hará que nuestro lado cotilla sea muy feliz durante un montón de horas. Hagan la prueba, visiten Peyton Place. A fin de cuentas, leerlo tantos años más tarde hará que encontremos un montón de detalles de nuestras series favoritas.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.