TEXTO: Lau Larrea
FOTOS: Cecilia Bellotti
Mientras empiezo a escribir esta crónica en Buenos Aires, suena de fondo El manto eléctrico -el nuevo disco de Pez- y la emoción perdura desde el domingo pasado en Ushuaia. Pez cerró allá su primera gira patagónica.
El primer recital que recuerdo haber visto de ellos fue en Costanera Sur -durante las vacaciones de verano del ´99- junto a Cienfuegos y Los Fabulosos Cadillacs. Fui porque en Ushuaia había escuchado hablar de la banda. Al volver, mi hermana me grabo un TDK con Pez (1998) y algunos temas de Quemado.
"Buenos Aires es tan cruel/ la nostalgia es corazón en este estúpido lugar" decía un bloc de notas en el que mi hermana había dibujado una muchacha mirando un horizonte montañoso. Ese bloc de notas me acompañó desde que me mudé de Ushuaia a Buenos Aires en el año 2000, cada vez que anotaba o buscaba algo lo veía; la nostalgia era un sentimiento recurrente por esas épocas.
Gracias a ella fui a ver Pez en el Club del Vino presentando Convivencia sagrada, también recuerdo haber ido a la facultad de Ciencias Económicas con ella. Y por un par de años, hasta el 2006, no fui a verlos en vivo.
En 2007 les escribí para preguntarles por lo invernal y sureño que notaba en las últimas canciones de sus últimos discos, Hoy (de Hoy) y Existencialismo (de Los orfebres). Ambos me parecían temas muy fueguinos. Fósforo García, el bajista, me respondió que no había una razón específica, que era casualidad, sin embargo me contó que siempre quisieron ir a tocar a Ushuaia, que para ellos era una suerte de "tierra prometida" y que siempre les escribían mucho desde allá; pero que era difícil por las distancias y los costos.
Empecé a soñar lo que sería ver a Pez en Ushuaia, y repasé mentalmente toda la gente que conocía de allá que realmente disfrutaba de Pez, era mucha gente. Recuerdo una clase de la facultad en la que me paré delante de todos mis compañeros y les espeté que Pez era "mucho muy grande" en Ushuaia; gracias a ese fervor gané un amigo de la clase.
Este año Pez anunció su primera gira por el Sur y les volví a escribir para confirmarlo ya que quería ir. Alguien contestó desde el Facebook que el 9 de noviembre tenían fecha para tocar en Ushuaia. Era septiembre. Invité a una amiga fanática de Pez y sacamos los pasajes.
Noviembre suele ser un mes hermoso en la Patagonia. Los días empiezan a ser más largos, el sol radiante descongela la nieve de las montañas y los árboles se ven con un verde frondoso. El paisaje se compone de distintas tonalidades de azules de cielos abiertos, lagos y mares; los verdes de Ñires, Lengas, Pinos y Colihues, el gris del ripio que une una ciudad con otra, todos componen una imagen de cuento de Tolkien. El viento completa la pincelada como marco a tan imponente belleza.
Aunque en Ushuaia nevó los últimos días de octubre y en las montañas permanecía la nieve. La lluvia fue permanente y la temperatura no fue superior a los 7 grados. Hacía frío y el viento frío se siente más duro aún. Se leía por las redes sociales que los muchachos de Pez estaban girando en la Patagonia Austral.
Ese domingo 9 salimos al mediodía y al parar en el mirador del Paso Garibaldi (un mirador en la cima de la montaña, desde donde se cruza la Cordillera de los Andes, que da al Lago Escondido) nos bajamos a sacar fotos. A los pocos minutos una camioneta frenó al pie del mirador y bajaron Fósforo García, Ariel Sanzo, Franco Salvador, Checho Marcos, Mauro Taranto y Mario Burgueño: los tres peces, su asistente, su sonidista y su manager. Pasaron a nuestro lado riéndose y sorprendidos con las montañas. Mi amiga no se contuvo y los saludó, ellos respondieron cordialmente. Los saludé y les dije que viajábamos desde Buenos Aires para verlos, se sonrieron sorprendidos y nos agradecieron; nos preguntaron si habíamos estado la noche anterior en Río Grande ya que había sido un show hermoso y muy intenso. Nos contaron que estaban de viaje desde Río Grande a Ushuaia. Mi amiga preguntó si les podía sacar una foto, ellos subidos sobre la muralla con la cordillera y el lago de fondo. Los saludamos y seguimos. Me reproché no haber hablado más. Tenía una idea de lo que quería preguntarles. Nos despedimos hasta la noche.
En lugares tan inhóspitos, tan chicos, tan lejanos, no pasan muchas cosas. El tiempo es distinto al de la ciudad. El tiempo y los días son distintos. La noche es luminosa. El tiempo en todas sus expresiones: las horas transcurren más lentas o de acuerdo a un tiempo ¿biológico?; el tiempo climático es caprichoso, en un mismo día puede llover, salir un sol radiante, nevar y estar nublado. Cuanto más al sur se va, en primavera/verano anochece más tarde y amanece más temprano.
A las nueve de la noche y bajo una lluvia torrencial poco común, con frío y viento, los Pez estaban (músicos, sonidista, apoyo logístico y manager) en la vereda del local, charlando con los que íbamos llegando, refugiados bajo el techo del lugar. Se los notaba con cara de contentos y cansados, se mostraban felices de estar ahí y de haber logrado la gira que, contaron, se bancaron ellos mismos y hacía muchísimo tiempo querían hacer. Ni Franco ni Fósforo habían estado en Ushuaia antes, Ariel recordó haber estado con los Cadillacs a fines de los ’90.
Todo el equipo habló de la gira dividida en dos partes. Calafate fue el parte aguas de esta gira. Parece que allí pudieron parar varios días en un alojamiento copado y hasta grabaron algunas cosas. También visitaron el Glaciar Perito Moreno. Hubo un antes y un después del Calafate (que les robo el corazón).
Ariel y Mauro estaban contentos con el frío, en cambio Franco no. De hecho, intentó pasear por el centro pero la lluvia y el frío lo desanimaron pronto. Fósforo fue el único que estuvo apartado del grupo hablando con alguien que parecía conocer de mucho tiempo atrás. Me hubiera gustado preguntarles por los públicos de la Patagonia, o por la lista de temas. Sólo atine a pedirle a Checho si por favor podía guardarme la lista para quedármela de recuerdo.
Al rato de esperar, todos fuimos entrando. Ariel y Mario se pusieron en una mesa a vender discos y remeras. Ariel, con muy buena onda, firmó cada disco que vendió. Se sacaron fotos con todos los que las pidieron, y charlaron con aquellos que se acercaban. Nosotras no fuimos la excepción.
Pasadas las diez empezó la banda local que los teloneó, Simón Radowitzky. El cantante presentó a la banda como "todos de San Vicente de Paul", un barrio histórico que se sitúa en la zona fabril, rodeado de galpones, depósitos y fábricas. Esta aclaración fortaleció lo que se escuchó después, letras con una mirada crítica sobre la sociedad fueguina y con mucha referencia a lo local. La banda tocaba un rock grunge, con mezclas de rap/hip-hop. A la formación básica de batería-bajo-guitarra se sumaban samplers, loops y efectos varios. Contaron que en pocos días salía su primer disco y saludaron tras poco más de 40 minutos de show para un público que arengó y cantó todas las canciones.
Un rato después Pez abría su primer show en Ushuaia con Barro (Desde el viento en la montaña hasta la espuma del mar). Ariel agradeció ese primer mail que le enviaron desde Ushuaia en el ’97 y comentó que esperaba "que no pasaran tantos años para volver". El público extasiado bailaba y pedía canciones, así fue que se coló Campos de inconsciencia; Minimal aclaró que El alma de Ana no sonaría porque era un tema para una ex y su mujer lo mataba si se enteraba de que lo habían tocado (todo en tono relajado y jocoso). La voz de Ariel no se notaba cansada, se los veía sonrientes y acalorados: más de 200 personas saltando en ese pequeño lugar emanaban mucho calor, por lo que pidieron que se abran las puertas... aunque para ese momento Franco ya tocaba sin remera. De repente y ante la mirada atónita de los presentes comenzó a sonar Ushuaia. A pesar de que ellos habían aclarado que no tocarían la canción ni en Tilcara ni en Ushuaia, sabíamos por las redes sociales que había sonado en El Calafate. Fue un momento de intensa emoción.
(Una particularidad del show en Ushuaia: salvo mi amiga y alguien del local que filmaba todo, no había fotógrafos. Fue como volver a un show de rock de hace 20 años, un lugar chico, todos amuchados y sin fotógrafos).
Casi 2 horas después de comenzado el show, terminó con el público enardecido cantando Malambo. Checho cumplió y mientras desarmaba todo, nos acercó dos listas de temas.
Al salir les preguntamos dónde paraban y hasta cuándo se quedaban. Nos contaron que volvían al otro día -al mediodía- y que, si llegaban, harían la excursión en Catamarán. Estaban cansados y ya tenían ganas de volver a casa. Les había escrito para hacer una entrevista allá en Ushuaia, para hablar de la gira y del disco nuevo. Fósforo contestó que sí, que no habría problemas. Pero el momento post show no era el indicado para hacer la nota, así que pensé en escribirles para hacerla al regreso. Mientras tanto, escribo esto para no olvidar lo que fue Pez en Ushuaia (¡como si eso fuera posible!) y para compartir con quienes me preguntaron por el recital: Pez en Ushuaia fue un sueño cumplido y como dijeron ellos, ahora habrá que pensar... qué otro sueño queda por cumplir.