Innovar no es sinónimo de desabastecimiento en ningún diccionario de la lengua española. Especialmente cuando se habla de productos cárnicos tan deficitarios en la Cuba de hoy, que registra altos índices de anemia en la población, especialmente en niños, mujeres embarazadas y personas de la tercera edad, según datos de Higiene y Epidemiología en varias provincias de la isla.
Sin embargo innovar es la propuesta de la Empresa Cárnica de Holguín (TRADISA), considerada entre las 8 mejores de su tipo en el país, quizás por experimentar raras soluciones para llegar en alguna medida al cubano de a pie, ocultando su verdadera finalidad y propósito: producir y vender en divisas libremente convertibles para beneficio del gobierno y no de la ciudadanía.
La mal llamada “canasta básica” flota sobre tablas de salvación que dan miedo y hasta risa y anuncian como joya de última generación la producción del “chorizo arrocero” una nueva conquista de la Revolución para el mercado liberado.
Entre los logros de los cuales se enorgullecen los burócratas del ramo alimentario en Holguín, sobresalen otras denominaciones entre risibles y sospechosas a juzgar por sus nombres, como es el caso de la construcción de una despezuñadora de patas y el perfeccionamiento del proceso de “cortado de las croquetas conformadas”.
Como ven de carne no se habla por ningún lado, aunque en típica arenga triunfalista acotan que cada uno de estos aportes sustituye consideraciones importaciones, además de promover acciones Con y para el pueblo, de lo cuál no nos cabe la menor duda. Resumiendo que chorizo arrocero, croquetas y pezuñas es la nueva prioridad para alimentar a holguineros y cubanos.
Con información de Radio Angulo.
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