#Músicaparaelencierro. Seguimos con el minimalismo de Philip Glass y su variado gusto musical, porque así como el compositor se define como judío, taoista, hindú, tolteca y budista, las religiones por las que se ha apasionado a lo largo de su vida, en lo musical no se queda solamente con el movimiento musical sinfónico y así es que aquí se lo encuentra junto a Bowie y Brian Eno. La "Sinfonía Nº 1" ("Low Symphony") fue compuesta en la primavera de 1992, estando basada en el álbum "Low" de David Bowie, se estrenó en Munich el 30 de agosto de 1992, interpretada por la Junge Deutsche Kammerphilharmonie dirigida por Dennis Russell Davies. Glass creo la obra con la colaboración de Bowie y de Brian Eno y generando una interesantísima fusión entre el rock, la música pop, el minimalismo y el sinfonismo, ideal para cualquier amante de la obra de Philip Glass, de David Bowie, de Brian Eno o de la buena música.
Artista: Philip Glass
Álbum: Low Symphony
Año: 1993
Género: Minimalismo
Referencia: Discogs,
Nacionalidad: EEUU
Esta obra está construida en tres movimientos, con títulos pertenecientes al album "Low" de David Bowie aparecido en 1977. Años después volvería a colaborar en su cuarta sinfonía, como veremos más adelante.
El primer movimiento, "Subterraneans", se basa en el tema del mismo título escrito en 1977 por David Bowie. Combina este material con otro propio de Glass, usando las técnicas minimalistas. Es una fusión entre la música pop y la clásica. Una música de inspiración romántica sometida a variaciones minimalistas.
El segundo movimiento, "Some Are", se basa en el tema compuesto por David Bowie y Brian Eno. Un tema de carácter rítmico es acompañado por una repetitiva armonía. El tema lírico aparece acompañado por el ritmo en ostinato. Después de diversas variaciones temáticas la recapitulación nos vuelve a repetir el tema original hasta conducirnos a una tranquila coda.
El último movimiento, "Warszawa", también se basa en un tema compuesto por David Bowie y Brian Eno en 1977. Empieza de modo dramático con sonidos de campana y temas en los registros graves. El tema surge de las profundidades formándose lentamente. Las lineas melódicas se clarifican en la parte central para conducirnos luego a la recapitulación.
Y vamos con algunos comentarios de terceros, y sin más que vaya al disco el que lo quiera...
Es sin duda en el segundo movimiento, "Some are" donde más se separa Philip Glass de lo ofrecido en el álbum de 1977, del que la sinfonía número uno es algo así como una traducción-al/reelaboración-en el lenguaje sinfónico. Para empezar porque la pieza sólo existe como un bonus track en la reedición en CD de 1991 de "Low", ya que se trata de un outtake de las sesiones de 1976 que desembocaron en el disco. En cierto sentido el original de Bowie es un work in progress: pese a su atmósfera hipnótica y sutil la calidad de las texturas incorporadas no es rival para la perfección de lo incluido finalmente en el álbum; sin embargo, está claro que se trataba de una pieza con gran potencial, y eso habrá sido lo percibido por Glass a la hora de elegirla para el movimiento central de su primera sinfonía. En ese sentido, lo aportado por Glass parece una suerte de infusión de musicalidad a la melodía tentativa (y cantada casi de manera susurrada) de la pieza de Bowie; de hecho, no es fácil encontrar en la obra de Glass momentos en los que una concepción tan digamos "consabida" o "clásica" de la melodía, lo narrativo y cierta sensación de "drama" estén tan presentes como en este segundo movimiento. Glass, de alguna manera, encontró zonas en la pieza de Bowie y las expandió y exploró (la modulación e introducción de un nuevo tema hacia 3:42 es un buen ejemplo), a la vez que infundió un dramatismo o una sensación "épica" que la composición original no tenía.
A la vez, y si ahora pensamos (y yo adhiero cómodamente a esta opción) en "Some Are" (la de Bowie) como una obra terminada y válida en sí misma, presentada con un sonido -esa cosa borroneada y fantasmal de la segunda mitad- que después sería descartado para el álbum (o, como ha sido sugerido por algunos, reconstruida para la salida de la edición en CD que la incluye), con texturas que quedarían ausentes de éste y que, por lo tanto, parecen postular un álbum completo que jamás existió (es decir: cabe imaginar qué habría grabado Bowie de persistir en la dirección sugerida por esta composición; un álbum muy diferente a "Low", sin duda, y, ya puestos a especular, cabría pensar en el famoso proyecto fallido de banda sonora para "The man who fell to Earth"), aparecen los que serían acaso los puntos menos interesantes de la primera sinfonía de Glass pensada en relación a su inspiración de Bowie/Eno. Y es que buena parte del interés de estas composiciones -y en esto juega un rol importantísimo la filiación de Brian Eno con el minimalismo en sí, del que Glass era ya para entonces uno de los principales expositores- pasa no tanto por la "musicalidad" en un sentido sencillo o consabido sino más bien por las sonoridades implicadas, las texturas, los timbres y los climas generados por la interacción entre todo esto. Quizá el desafío es no pensar en la primera sinfonía de Philip Glass como en una de esas tantas veces irritantes "versiones sinfónicas" de canciones pop/rock; acaso la reescritura de "Some are" ya establezca que no es el caso, pero el trabajo sobre "Subterraneans" (que aquí queda como el primer movimiento) y "Warszawa", si bien es sobrecogedor, no hace otra cosa que traducir las texturas extrañas (mayoritariamente de sintetizador) del original en un sonido más amable.
En cualquier caso, hay momentos fascinantes en sí mismos, y suelen ser aquellos en que Glass es de alguna manera "más Glass" y cede menos a una musicalidad por la musicalidad misma; los últimos minutos de "Warszawa", con la pieza deshaciéndose en arpegios frenéticos que parecen drenarla de energía, es un buen ejemplo, del mismo modo que hacia 9:18 "Some are" parece interrumpirse abruptamente y coalescer en un arpegio ansioso sobre el que se apilan otras capas de la composición (de hecho es tentador pensar en ese arpegio como lo mejor de la sinfonía completa).
Es posiblemente "Subterraneans" el momento que sufre más el cambio en lo tímbrico: desde el paisaje gélido y amenazante de los sintetizadores de Eno y Bowie a un pasaje más bien deslucido de cuerdas haciendo un trémolo en tercera mayor. En cualquier caso, pasada la mitad del movimiento la percusión ofrece momentos de interés.
Acaso una sensación válida sera la de cierta desilusión, en el sentido de "esto podría haber sonado mucho más extraño y amenazador, o, puestos a remedar todo el álbum y no sólo las dos o tres piezas elegidas, estático, depresivo, paralizado, autista"; sin embargo, el simple goce estético ante la música (olvidándonos, si se quiere, de que hay un álbum de David Bowie y Brian Eno anterior y fuente de lo que escuchamos en la sinfonía) es indudable, incluso en un sentido que parece sugerir que aquellos que no gustan de los procedimientos y la estética general de Glass (no es mi caso; de hecho yo hubiese preferido más y más Glass) podrían encontrar ciertas virtudes en este trio de piezas para orquesta. La cuestión, finalmente, de la circulación entre la "alta cultura" y la "cultura popular" no solo me parece improcedente a estas alturas sino que, en este caso, parece -y cabe darle crédito a Glass por el particular- funcionar al revés: lo popular, digámoslo así, parece más cercano a la sinfonía que al álbum.
“Baby, I’m been breaking glass in your room again”. Así comienza una de las canciones que integran el mítico disco de David Bowie titulado “Low” del que ya hablamos aquí tiempo atrás. Unos años más tarde, Philip Glass podría haber hecho suya la frase cambiando su apellido por el del autor del disco en un divertido juego de palabras ya que, efectivamente, el compositor norteamericano se permitió el lujo de “romper” metafóricamente a Bowie (a su música, lógicamente) transformando un icono del pop rock de los años setenta como era “Low” en una sinfonía, bautizada inicialmente como “Low Symphony” a secas y que hoy, tras haber sido engrosado el ciclo sinfónico de Glass con otras nueve obras, es más conocida como la primera sinfonía de su autor.
La sinfonía tiene tal mezcla de ideas en ella que se convierte en un símbolo perfecto de una forma de hacer música que bien podría abarcar las últimas décadas del siglo pasado. Para empezar, el disco original nace de la colaboración artística de dos personajes de gran categoría como son David Bowie y Brian Eno quienes en el momento de componer el disco estaban influidos por otro grupo icónico de la época como era Krafwerk pero también por el minimalismo americano del propio Glass y, especialmente, de Steve Reich. No es, por tanto, extraño, que el compositor se fijase en parte del material del disco cuando Dennis Russell Davies le encargó en 1992 la composición de una sinfonía para, como solía decir medio en broma, medio en serio, “evitar que se convirtiese en uno de esos compositores de ópera que nunca se deciden a escribir sinfonías”. Hay que añadir aquí que Glass tardó en empezar pero una vez que lo hizo, ha construido un ciclo sinfónico realmente robusto que se ha saltado, incluso, la histórica maldición de la novena sinfonía. Cuando el compositor habla de la idea de utilizar como inspiración el disco de Bowie y Eno (aunque sólo Bowie lo firma, Glass les menciona a ambos situándolos en un mismo nivel) lo hace como algo natural. Al igual que muchos otros músicos “clásicos” basaron algunas de sus obras más conocidas en material ajeno (procedente del folclore en la mayoría de las ocasiones), él creyó adecuado partir de una obra rock para escribir su sinfonía porque, ¿qué es el rock sino el folk, la música popular de nuestro tiempo? Explica el músico que en “Low” encontró un ejemplo del uso de técnicas compositivas clásicas y de vanguardia con las que él mismo trabajaba en muchos momentos, integradas en un tipo de música alejado, en principio, del academicismo más estricto con lo que se convertía en una obra en la frontera que separaba mundos muy diferentes, convirtiéndose así en el punto de partida perfecto para una sinfonía contemporánea.
Lo cierto es que “Low” constaba de once canciones de las que Glass utiliza sólo dos que serían la base del primer y tercer movimiento de la sinfonía mientras que el segundo estaría inspirado en una canción grabada en las mismas sesiones que el disco pero que no formó parte del mismo originalmente. Sí lo hizo de alguna reedición posterior que, con toda probabilidad, fue la que tomó como base el compositor norteamericano para su obra aunque nunca se consideró una canción del disco y en las ediciones más recientes de “Low” no aparece.
Dennis Russel Davies grabó la “Low Symphony” con la Brooklyn Philharmonic Orchestra en diferentes sesiones con cada sección de la orquesta interpretando su parte por separado y mezclando el resultado final en el estudio en lo que fue una de las primeras referencias de Point Music, sello independiente que Glass estaba lanzando en aquel entonces. La grabación que hoy comentamos es muy diferente a aquella. Davies dirige ahora la Orquesta Sinfónica de Basilea y junto a ella interpreta en vivo la obra completa con lo que eso supone en cuanto a vigor y coherencia musical. Sirve, además, para rescatar una obra que, si no estaba descatalogada como parte del viejo catálogo de Point Music, le debe faltar poco. Con ello, y teniendo en cuenta que Glass, a través de Orange Mountain Music se ha hecho con los derechos de las grabaciones de sus obras para Nonesuch, es de esperar que las sinfonías que van de la segunda a la quinta no tarden en ser publicadas de nuevo en el sello del músico (de la sexta en adelante ya aparecieron en el mismo).
“Movement I – Subterraneans” – Originalmente, “Subterraneans” era un tema cuasi-instrumental de corte electrónico que cerraba el disco “Low”. Una pieza experimental en la que el papel de Brian Eno era innegable y cuyo uso de cintas magnetofónicas y manipulaciones electrónicas bebía directamente de la vanguardia clásica. Sólo en la parte final, tras un sólo de saxo, escuchamos una breve letra. Glass comienza la adaptación con la orquesta interpretando una lenta melodía mientras las flautas repiten incesantemente una serie de breves arpegios. El movimiento se desarrolla muy lentamente mientras se van incorporando diferentes secciones y músicos a la interpretación. Tras varios minutos en los que el compositor se limita a jugar con un número muy limitado de elementos hasta llegar al ecuador del movimiento cuando la pieza se revitaliza mediante la aparición de las percusiones y de un ritmo mucho más vivo. Los vientos esbozan una serie de melodías extraídas de la pieza original que, sin llegar a cristalizar en un tema central de esos que no puedes quitarte de la cabeza, funcionan muy bien en este contexto.
“Movement II – Some Are” – La pieza que inspira el movimiento central de la sinfonía, ni siquiera aparecía en el disco, como ya hemos dicho. Se trata de una intrigante canción en la que Bowie interpreta una melodía deliciosa acompañado, casi al unísono, por un piano y una serie de efectos electrónicos. Un tema que se desarrolla con una gran lentitud, casi parsimoniosa y que contrasta brutalmente con el tratamiento que Glass le da en el segundo movimiento de su sinfonía. Lo que en manos de Bowie era una pieza llena de quietud, en manos de Glass se transforma en un movimiento vibrante en el que hasta la melodía principal, idéntica en cuanto a las notas empleadas, cambia de forma radical convirtiéndose en un auténtico torbellino, apoyado por la orquesta en pleno, con un papel principal reservado para las percusiones. El estilo propio del Glass orquestal aparece aquí aportando su forma de entender la música de modo que la simbiosis es total: Glass se aprovecha de la gran melodía de Bowie y Eno y la transforma en algo aún mejor haciéndola suya en buena parte. Tras el inicio en donde el tributo al tema original es evidente, asistimos a una sección central igualmente brillante pero 100% glassiana con fragmentos deudores de “Glassworks” o “Koyaanisqatsi”. En el tramo final, volvemos a escuchar la melodía del comienzo del movimiento cerrándose así la parte más destacada de la sinfonía en nuestra opinión.
“Movement III – Warszawa” – Para cerrar la sinfonía, Glass escoge el que, probablemente, sea el tema más estremecedor de todo el disco. Otra pieza sintética en la que destaca la triste melodía central de flauta y los inquietantes cantos finales. Curiosamente es la única pieza de “Low” cuya autoría está compartida entre Bowie y Eno aunque, repetimos, la sombra del ex-miembro de Roxy Music es alargada. Glass opta por un tratamiento conservador que parece un sencilla transcripción de la pieza original perdiendo por ello gran parte de la intensidad y la fuerza que poseía aquella. Poco a poco, sin embargo, Glass va llevando la obra a su terreno con ligeras variaciones en el tema central que termina por sonar familiar a los seguidores del compositor hasta el punto de casi olvidar su origen. Con todo, y tomando como referencia la pieza que inspira el movimiento, éste tercer y último de la sinfonía sale perdiendo claramente con su contrapartida en el disco de Bowie y Eno. Fragmento del segundo movimiento de la sinfonía: "Some Are" en la versión de 1993Es muy difícil analizar un trabajo como este sin caer en la comparación constante con la obra original y, a pesar de la dificultad de luchar contra el recuerdo de un disco que, sin duda, es una de las grandes obras de arte del rock, Glass sale airoso en muchos momentos (no es casual que Bowie incluyese la versión sinfónica de "Some Are" en algún recopilatorio propio) aunque en otros, cosa que creemos inevitable, no consigue librarse del tremendo peso del disco del músico británico. Pese a todo, recomendamos el disco tanto a los seguidores de uno como a los de otro artista e incluimos en la terna a Eno, ya que el propio Glass lo hace así. El disco, que ha aparecido recientemente y toma el relevo de la grabación original de la sinfonía de 1993, puede adquirirse en los siguientes enlaces:
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Lista de Temas:
1. Subterraneans (15:12)
2. Some Are (11:21)
3. Warszawa (16:00)
Alineación:
Art Direction - Margery Greenspan
Conductor [Assistant Conductor] - Karen Kamensek
Conductor [Principal Conductor] - Dennis Russell Davies
Music By [From The Music Of] - Brian Eno, David Bowie
Orchestra, Performer [Performed By] - The Brooklyn Philharmonic Orchestra
Written-By - Brian Eno (tracks: AII, BIII), David Bowie