Revista Cine
Director: Joel Schumacher
"Phone Booth" siempre la daban en la tele cuando era chico pero nunca podía verla porque mis padres no me lo permitían, tanto por la hora (siempre pasadas las 22) como porque "era para mayores", escuetas palabras que encerraban un criterio dudoso y nunca transparente, pero bueno, ¿qué podía hacer un obediente y sumiso (por no decir cobarde) niño como yo? Alguna vez, probablemente, le di un vistazo a escondidas, y recuerdo que me gustaba y llamaba la atención lo insolente de los personajes (como las prostitutas), sobre todo cuando decían cosas como "masturbar" o aludían al desempeño sexual del policía, aunque lo que más me atraía era la sugerente y medianamente obscena voz del francotirador que mantiene prisionero al protagonista, características que se pueden aplicar a la película misma, admirablemente despreocupada y desenfadada. En fin, de todas formas nunca pude verla entera y, como estos días mi cabeza ha estado un poco ocupada, me dije que ya era hora de ver una película decidida y descaradamente frívola para sus cosas. Además, si bien su duración es, oficialmente, de 81 minutos, la acción como tal termina a los 75... una opción intensamente breve, ¿qué otra cosa podía elegir? ¿Ah?
Es conocida la historia de que el guionista de "Phone Booth", Larry Cohen (además director que cuenta con interesantísimas películas en su haber, las cuales prometo ver y comentar por acá algún día), allá por los sesenta le presentó al mismísimo Alfred Hitchcock una idea que le rondaba en la cabeza, una idea audaz: que toda la acción de la película transcurriera dentro de una cabina telefónica. A Hitchcock le gustó la idea, pero ninguno de los dos pudo construir un argumento que mantuviera coherente y convincentemente toda la acción dentro de la cabina a lo largo del metraje, por lo que finalmente la idea se guardó en el baúl de los recuerdos... hasta que al buen Larry Cohen, en los noventa, le llegó la idea del francotirador como antagonista que obligara al protagonista a permanecer en la cabina. Supongo que presentó la idea a otros peces gordos y esta vez el director interesado fue Joel Schumacher. "Phone Booth" se filmó en diez días (sumen dos o tres días más para grabar detalles y re-filmaciones) el año 2000. No se por qué tardaron tanto, pero el estreno iba a ser el 2002 hasta que en Washington hubo uno de esos tantos tiroteos masivos, justamente cometido por un francotirador, y como saben, la gente es muy sensible con estos temas y decidieron retrasar el estreno de esta película hasta el 2003, cuando la histeria se hubiese enfriado un poco. A la crítica le gustó, a la gente también... un final feliz, ¿no?
Del argumento de "Phone Booth" no hay mucho que decir, a saber: un impecable y entregado Colin Farrell es Stu, un arrogante publicista que vive gracias a las mentiras que le cuenta a los demás pero que un buen día se ve atrapado en una cabina telefónica porque la voz del otro lado le hace ver que, si no le obedece, morirá. A partir de este punto, la película es un desaforado y vibrante in crescendo en el que los problemas escalarán de un par de prostitutas enojadas hasta un montón de policías, mirones y acoso mediático que no hacen más que adornar la visceral batalla entre el francotirador y Farrell. Un relato adrenalínico, ágil, veloz, que fluye la mar de bien no sólo porque mantiene un constante ritmo de acontecimientos sino que también porque recurre a un tono decididamente jocoso, mala leche, incorrecto e incluso sórdido y ofensivo para retratar la estresante y extrema situación que pilla de sorpresa a casi todos los involucrados. Es una puta gozada, viejo. Es genial ver una película soez en donde importa una mierda la presencia de discursos conciliadores y conservadores. Tampoco creo que sea una declaración de intenciones o portavoz de una ácida crítica social, pero siempre se agradece cuando una película tiene el suficiente chipe libre como para hacer lo que le da la gana, incluso caer en un delicioso y siempre necesario mal gusto. Mal gusto del bueno, no del que aparenta "mala actitud" sino del que verdad molesta e incomoda a los correctitos en sus casas y oficinas. Vulgaridad con cerebro, frivolidad con intenciones.
Pero tampoco voy a exagerar, por favor. Lo cierto es que "Phone Booth" es endiabladamente entretenida con sus 80 minutos de groserías, indecencia y amoralidad. Un verdadero deleite.