Decimos adiós al Agricampeggio Oasi Verde, nuestro hogar durante esta última semana y donde no hemos podido estar más tranquilos a las puertas de las tan concurridas costas de Sorrento y Amalfi.
Además de tratarnos de lujo nos obsequian antes de partir con unas ramitas de albahaca, una bolsa de peras y otra de tomates recién cogidos de la mata de los cuales siempre recordaremos su intenso olor y no menos espectacular sabor. Nos servirán para hacer una suculenta salsa para acompañar a unos trofie frescos esta noche para cenar.
También nos llevamos el recuerdo de las deliciosas peras con chocolate, especialidad de la casa, ¡uhmmmmm, que ricas!

El camino hasta Roma se hace algo pesado. Es sábado y la carretera de la costa está colapsada de tráfico, solo falta alguna colisión y el paso de alguna ambulancia para que estemos parados casi dos horas.
Llegamos a Roma a media tarde. Tenemos el camping reservado para evitar tener que estar dando vueltas después del largo trayecto.
El Village Flaminio es un camping situado en la misma ciudad de Roma, a escasos kilómetros del centro y nuestra primera sorpresa al llegar a la ciudad. Es un camping atípico de un gran ciudad, por lo general los campings que se encuentran en las ciudades o los más cercanos a ellas, suelen ser bastante sucios, caros y con muy poco encanto, por no decir nada. El Village Flaminio, por el contrario, tiene unas muy buenas instalaciones, limpias y muy cuidadas. Hasta un cochecito de cortesía te lleva y te trae hasta la recepción para evitar la caminata hasta allí.
Pasamos la tarde en el camping, hay que poner una lavadora y Ariadna necesita una tarde para jugar y nadar en la piscina. A veces no nos damos cuenta de que tiene siete años.
