Poco después de que Felipe y Leticia comiencen a reinar, España será más rica gracias a un notable aumento de su PIB, el Producto Interior Bruto, al que este otoño comenzará a sumársele el valor estimado del consumo de drogas y de prostitución, y de parte de la economía sumergida.
El PIB, que suma el valor de toda la actividad económica interior de un país durante un año, nunca había estimado el valor de las drogas consumidas ni de la prostitución por razones morales o éticas y legales, al juzgarlas delitos o envueltas en la delincuencia.
Tampoco evaluaba la economía sumergida, considerada como fraude a la Hacienda.
El mayor PIB español se alcanzó en 2008, con 1,088 billones de euros. La cifra fue cayendo con la crisis, de manera que el PIB per cápita, que es el total dividido por el número de habitantes, bajó de 23.900 euros entonces a 21.948 en 2013.
La semana pasada Italia anunciaba que incluiría en su PIB el fruto de las actividades ilegales, especialmente las que calcula de la Mafia, la Camorra y demás organizaciones criminales.
Seguía, como hará ahora España, la tendencia emprendida ya parcialmente en EE.UU y en países de la desaparecida moral protestante, como Suecia, Finlandia y Noruega, o de la moribunda católica, como Austria, antes que Italia y España.
España aumentará algunos miles de euros en su PIB per cápita, pero, finalmente, como todos evaluarán igualmente sus vicios, las diferencias entre unos y otros países se mantendrán parecidas a las actuales, aunque la ética colectiva sí que bajará muchos puntos.
Los españoles superarán sus 23.900 euros de 2008, y los europeos de la zona euro sus 28.700 de 2013: el vicio es bueno, sí, y nos mostrará orgullosamente indecentes.
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