La primera vez que vi a Fabián Picardo pensé:
“Aaaahhh…. Qué fuerte… el hermano chico del Mani es Ministro Principal de
Gibraltar”. Porque físicamente son iguales, con las diferencias de la edad y de
que si aparecen en la Línea de la Concepción: uno canta y al otro le cantan.
Yo, por más que lo pienso, no puedo llegar a
comprender en el jardín que se ha metido este muchachito sin que nadie lo llame,
porque no creo que haya actuado así por ordenes de Gran Bretaña que ya sabe de qué
va la cosa. Es más, creo que tenía ansias de notoriedad y de que España entera
lo conociera. Y es que el Primer Ministro gibraltareño debe y tiene que ser una
persona, aparte de formada, educada y comedida y, el Sr. Picardo, no es
comedido.
En cuanto a su formación, por lo visto estudió Derecho en Oxford pero se ve que faltó a
clases de Derecho Internacional y la pregunta no le cayó en el examen. Esto
tiene fácil arreglo, que manden a un “teacher of Oxford” y que le rellene la
laguna (mejor dicho el estrecho de Gibraltar) porque básicamente son dos ideas:
-Cuando España
e Inglaterra firmaron el Tratado de Utrecht en 1713, acordaron que: «El Rey
Católico [Felipe V], por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este
Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad
y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que
le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce
con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno». Las
aguas seguirían siendo españolas.
- Posteriormente,
las naciones firmaron Tratados Internacionales sobre las aguas territoriales. Y
es aquí cuando Gran Bretaña lo quiso hacer extensivo a las aguas que rodean al Peñón.
Menos mal que España se puso en su sitio y dijo que no, que la soberanía de las
aguas, en virtud del Tratado de Utrecht, era suya.
La conclusión de todo esto es que se iniciaría un
conflicto eterno sin visos de solución. Y por eso, porque los conflictos, y más
internacionales, hay que evitarlos es por lo que hace unos cuantos años atrás,
España y el Reino Unido llegaron a un acuerdo prácticamente de no agresión
dejando este tema “dormido”. Bueno, ¡pues va éste y lo despierta!
Que le molestará a él que unos cuantos pescadores
españoles se ganen la vida honradamente pescando en el estrecho. ¡Pues nada! Va
y ordena tirar unos bloques de hormigón con hierros en los caladeros que rodean
al Peñón para que los pobrecillos no puedan faenar. Y digo yo, ¡donde está
Greenpeace! Porque es evidente que eso tiene un impacto medioambiental
–innecesario- negativo sobre los fondos marinos. Es de vergüenza que esa
organización con tanta repercusión mediática no haya liado la de dios como
protesta.
He de reconocer que ha sido una satisfacción ver
como el Gobierno español se ha puesto en su sitio y le ha enseñado los dientes
a Picardo. Porque, a estas alturas de la vida, chulerías las justas. ¡¿Quién
pierde más?!
A ver, el Gibraltar de hoy es un paraíso (y no solo
fiscal), sus habitantes viven (muchos duermen en España) mejor que quieren y es
cierto que, en general, todo lo que es el Campo de Gibraltar y en especial la
Línea de la Concepción, se beneficia económicamente de él. Pero, a Picardo se
le olvida de Gibraltar es un mini Mónaco
colonial con una frontera pegada única y exclusivamente a España.
Espero que nuestros diplomáticos hagan bien su
trabajo y se solucione pronto éste conflicto innecesario. Pero desde luego,
Reino Unido se debería de plantear las potestades, en general, que tiene el
Ministro Principal de Gibraltar y debería de restringirle algunas porque no
creo que ciertas cosas las pueda hacer libremente sin, ni siquiera, informar u
obtener el visto bueno del de arriba.
Revista Política
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