Piccarda Bueri había nacido en Verona en 1368 en el seno de una antigua, noble y adinerada familia toscana. Por su parte, Giovanni di Bicci de Médici era uno de los cinco hijos de Averardo de Médici, quien a su muerte dejó lo poco que tenía a su viuda y sus cinco hijos. Giovanni despuntó desde muy joven como hombre hábil, inteligente y avispado para los negocios. Su tío Vieri se dio cuenta enseguida y lo contrató como aprendiz en la Banca Medici de Roma.
Giovanni y Piccarda se unieron en matrimonio en 1386. Un matrimonio de conveniencia al que ella aportaba una gran dote y título nobiliario, y él un futuro más que prometedor en la que llegó a ser una de las primeras bancas italianas.
Y así fue como Giovanni, utilizando la dote de Piccarda y sus dotes como hombre de negocios, consiguió en muy poco tiempo desbancar a su tío al frente de la Banca Medici de Roma, convirtiéndose en el capo y fundador de la familia Medici, y en unos de los hombres más ricos del Renacimiento iataliano.
Hombre reflexivo y reservado, se distinguió por su forma de vestir sencilla y por un estilo de vida centrando en sus negocios y en la paz serena de su familia, con su amadísima esposa y sus dos hijos varones: Cosme y Lorenzo.
Giovanni di Bicci
El retrato de Piccarda fue realizado en el taller de los hermanos Polliurio, pero no he sido capaz de encontrar por iniciativa de quién se hizo el encargo, ya que está fechado en 1470, mucho después de la muerte del matrimonio.
Los hermanos Polliurio habían nacido en la ciudad de Florencia, de padre muy humilde del que tomaron su sobrenombre. Él vendía aves de corral, gallinas, (pollaio significa gallinero). El viejo Polliurio pronto se dio cuenta de las dotes artísticas de sus hijos, por lo que colocó a Antonio en el taller de orfebrería de Bartoluccio Ghiberti, maestro entonces sobresaliente, y a Piero con el pintor Andrea del Castagno que era por entonces el mejor de Florencia.
Ambos hermanos sobresalieron hasta tal punto, que al poco tiempo ya abrían su propio taller de orfebrería, convirtiéndose en rival del de Verrocchio en poquísimo tiempo. Cuenta Vasari, famoso arquitecto, pintor y escritor del Renacimiento italiano en su famosa obra sobre biografías, que los hermanos Polliurio llevaron a cabo disecciones para mejorar su conocimiento de la anatomía, adelantándose bastante en estas prácticas a Leonardo Da Vinci.
Es difícil definir cual de los dos hermanos realizó el retrato de Piccarda ya que no solían firmar sus obras, pero se cree que la obra es de Antonio, que brilló más que su hermano en el arte de los colores.
La figura de Piccarda se presenta en la obra de perfil, de acuerdo con la tradición de los retratos de la época. Un cielo azul y unas pequeñas nubes al fondo, dejan la figura de Picarda casi como suspendida en el espacio.
Picarda lleva un vestido muy escotado, ceñido con unos pequeños botoncitos. Sus mangas son lujosas, como solían serlo en los vestidos de las damas de la alta burguesía de la época.
Me gusta como está peinada, el velo, el largo collar de pequeñas perlitas que decoran su moño y que se ocultan entre los diferentes recogidos. Me recuerda a las bailarinas de ballet clásico: etérea, elegante y con un aire distinguido y un tanto distante.
Y en el cuello, mi desvelo, un collar corto: tres perlas blancas y una negra, tres perlas blancas y una negra… y así sucesivamente hasta llegar al colgante con un gran rubí y dos perlas colgando.
La extraordinaria riqueza de su vestido, el peinado y las joyas que lleva nos dejan imaginar que se trata de una figura prominente de la Florencia del siglo XV. Todo en ella es distinción y elegancia, pero su porte es sencillo y seguro.
Una inscripción en el panel posterior lo calificó como la esposa de un banquero florentino, Bardi Giovanni, estando fechado el trabajo en 1470.
Piccarda murió en 1433, solamente 3 años después que su amado Giovanni, siendo enterrada junto a su amadísimo esposo en la Sacristía Vieja de San Lorenzo de Florencia. Cuentan las crónicas de la época que, al morir su esposo, Piccarda quedó sumida en tan profunda tristeza que no logró nunca superarlo.
Basílica de San Lorenzo en Florencia
Carlo Marsuppini, conocido filósofo y hombre de letras de la época, escribió una oda en su memoria en la que comparaba a Piccarda con Porcia, Julia Cesar, Artemisa y Penelope. Todas ellas mujeres recordadas por el amor, el sufrimiento y los desvelos que dedicaron a sus amados.
Desde hace un mes esta preciosa pieza de la joyería Renacentista puede verse en nuestro espacio de Madrid.
Pendientes inspirados en las joyas de Piccarda Bueri