Revista Cine
Para Josafat Moraila
Hace no-sé-cuántos meses, el lector de este blog Josafat Moraila me pasó el DVD de una cinta japonesa que, me dijo, no sabía cómo definir. Se trata de Survive Sytle 5+ (Japón, 2004), primer largometraje -y hasta el momento, único- del director de comerciales vuelto cineasta Gen Sekiguchi. Prometí revisarlo y hacer la reseña respectiva. Aquí está, pues: tarde, pero seguro.
Es fácil compartir el desconcierto de Moraila: Survive Style 5+ es una comedia surreal-pop con referencias kubrickianas, guiños a Guy Ritchie y deudas con el cine de la yakuza y con el de los entrañables melodramas familiares a la Ozu.
La trama -escrita por el también debutante Taku Tada- enlaza cinco historias que van avanzando simultáneamente. Molesta porque su amante hipnotista Aoyama (Hiroshi Abe, el futuro hijo resentido de Caminando Aún/Koreeda/2008) se burla de ella porque le apestan los sobacos y porque produce comerciales horrendos, la mercadóloga Yoko (Kyôko Koizumi) lo manda asesinar y para ello contrata a un profesional matón inglés (Vinnie Jones, muy en su papel) que se pasa la mitad de la película preguntando a quien se le atraviesa: "¿cuál es tu función en la vida?". El matarife en cuestión es contratado también por un sufrido marido (el ubicuoTanadobu Asano) para que se escabeche a su correosa mujercita (Reika Hashimoto), quien ha sido asesinada en incontables ocasiones (estrangulada, partida en pedazos, quemada...) aunque siempre encuentra la forma de regresar con vida a seguir alimentando y golpeando a su marido. El asesinato de Aoyama en medio de su acto hipnotista ocasiona una tragedia a cierta familia clasemediera que había asistido al teatro esa noche, pues el señor Kobayashi (Ittoku Kishibe, extraordinario) había sido "convertido" en pollo a través de la hipnosis. Así, al morir Aoyama, no hay nadie que lo regrese a su estado anterior. Y, finalmente, un par de jóvenes ladrones -que entran a la casa de Kobayashi y que se encuentran con Vinnie Jones en un baño de vapor- encuentran que la amistad que se profesan no es exactamente amistad, sino algo distinto, que no se pueden explicar.
Entonces, el gangster inglés salido de un guión rechazado de Guy Ritchie viaja a Japón para matar a un bocón hipnotista que cita Kubrick ("Redrum, redrum") y que deja convertido en ave a un sufrido ejecutivo cuya familia tendrá que lidiar con ese problema, como si se tratara de un viejo melodrama a la Ozu. El mismo matón será el catalizador para que dos historias de amor se consuman finalmente: la del marido que busca matar a su mujer, y la de los dos ladrones que se aceptan a sí mismo como son, con todo lo que sienten uno por el otro.
La inventiva visual de Sekiguchi no conoce descanso: de la violenta puesta en imágenes de esa especie de surreal La Guerra de los Roses (DeVito, 1989), pasamos a la serena y conmovedora historia de una familia que tiene que enfrentar el problema de un padre "enfermo" y de ahí a un sublime relato de amor juvenil gay y de ahí a los interludios creativos de Yoko, quien se imagina los comerciales más absurdos posibles a partir de cualquier detalle de su vacía vida cotidiana.
La película no carece de problemas: hay una que otra inconsistencia inexplicable -el filme inicia con una voz en off que luego es abandonada- y la duración de 120 minutos es excesiva para la cantidad de extravagancias que presenciamos. Sin embargo, estamos de todas formas ante un debut notable que, curiosamente, se ha quedado, hasta el momento en eso. ¿Será que a Sekiguchi y a Tada se le acabaron las ideas, de tantas que usaron en su primer largometraje?