Revista Cine
Uno de los primeros y más asiduos lectores de este blog, Tyler, me preguntó ayer, y cito: "¿Has visto algo en los últimos, digamos 10 ó 15 años que te haya hecho pensar que genuinamente estabas viendo algo que no habías visto antes? ¿Que no había sido ya realizado de alguna manera por algún (cineasta) grande con anterioridad? Vaya, algo que te haya hecho decir: 'esto no lo había visto nunca'."
La respuesta me vino a la mente de inmediato. Se trata de las últimas dos cintas de Agnès Varda, Los Cosechadores y Yo (2000) y Las Playas de Agnès (2008), especialmente la segunda, una especie de diario personal, album de fotografías, reflexión personal sobre el séptimo arte y juego de espejos en más de un sentido: profesional, existencial, cinematográfico... Ninguna de las dos cintas tiene F/X apantallantes o una estructura narrativa "novedosa". Pero no he visto -puede ser que existe, pero yo no lo conozco- otro creador fílmico que use la cámara (fotográfica, de cine y de vídeo) con tal riqueza expresiva como lo hace la abuelita Varda. Y que nadie caiga en el garlito: ese papel de viejita dulce, juguetona, parlanchina, es construido para la cámara. Para nosotros. En pocas palabras, lo que ha hecho Varda en su cine en la última década no lo ha hecho nadie más.