El Exigente Duende Callejero escribió ayer en este blog: "¿Aquí anda la reseña de la última de Chabrol?". Bueno, no: estaba en Reforma, en donde salió publicada el pasado 16 de julio. El maestro Chabrol se despidió con El Inspector Bellamy (2009), una cinta engañosamente menor con la cual regresó a sus orígenes. Qué curioso: exactamente como lo hizo Hitchcock. Aquí, abajo, la reseña de El Inspector Bellamy tal como apareció en Reforma hace un par de meses:
Hace medio siglo, en su segundo largometraje, Los Primos (1959), Claude Chabrol ofrecía como centro dramático de su filme la difícil y, a la postre, trágica relación entre los dos familiares del título. Muchos años después, en El Inspector Bellamy (Bellamy, Francia, 2009), su largometraje número 54, Chabrol vuelve a sus orígenes.
A pesar de que la detectivesca trama trata de un posible asesinato, de un fraude y hasta termina con el juicio de rigor, la realidad es que lo que le interesa a Chabrol no está ahí, sino en los intersticios de la historia. No está en las respuestas que ofrece, sino en las preguntas que deja de responder.
Estamos en Nimes, en la casa vacacional del inspector Bellamy (Gérard Depardieu en su primer trabajo para Chabrol), una celebridad policial que incluso ha escrito sus memorias. Aunque Bellamy fue a descansar al lado de su guapísima mujer Francoise (Marie Bunel), hasta ese remanso de tranquilidad irá a caerle un tipo, Noël Gentil (Jacques Gamblin), quien quiere confesarle un asesinato. Al mismo tiempo, llega de visita el fracasado medio-hermano alcohólico de Bellamy, Jacques (Clovis Cornillac), quien le pide dinero prestado, le empieza a vaciar su cava y le toma sin preguntar su coche o su arma. Bellamy tiene, pues, dos problemas que resolver: averiguar si Gentil dice la verdad sobre ese asesinato que confiesa, y lidiar con el comportamiento provocador y errático de su hermano.
Chabrol, apunté antes, está más preocupado por las claves que deja regadas que por la resolución de las mismas: ¿es Bellamy engañado, en el más amplio sentido del término?, ¿qué busca monsieur Gentil al ir a buscarlo?, ¿qué pasó en cierta tarde en la que Bellamy llegó a su casa?, ¿la segunda y tercera muertes que ocurren en la cinta fueron naturales?, ¿por qué o de qué sonríe un personajes hacia el final?
Como de costumbre, tratándose del más reciente Chabrol, su narrativa es limpia, sencilla, funcional. La cámara del veterano Eduardo Serra nunca llama la atención sobre sí misma. Así, el no-estilo chabroliano es el vehículo perfecto para esta elusiva historia dizque muy simple sobre un tipo que se siente culpable de un crimen que acaso no cometió y de un detective que se cree también culpable, pero de otra cosa. Y en una de esas, él sí tiene la culpa.