Hay muchas personas que viven verdaderos calvarios en sus vidas porque no piden ayuda. Es tan sencillo como eso. La ayuda siempre viene. Es posible que no venga en la forma en que la esperamos, pero viene. Pidámos ayuda. A los demás. A personas cualificadas que puedan ayudarnos. Y si todo eso nos falla a Dios, porque Él nunca falla.
Ahora bien. Nunca pidamos ayuda a alguien que no va a hacernos cambiar ni a curarnos sino que tal vez nos dará algo que nos duerma, algo que nos haga olvidarnos de quienes somos. Precisamente lo que necesitamos es estar muy despiertos para descubrirnos, para conocernos a nosotros mismos. El dolor siempre ayuda a esto. Pero a veces preferimos seguir sumergidos en la intrascendencia cuando es la Trascendencia lo que necesitamos, lo que de verdad nos curará.
Si pedimos ayuda la obtendremos. Si buscamos encontraremos. Pero tenemos que estar dispuestos a cambiar, a salir de nuestra zona de confort.
La recompensa será tan grande que nos arrepentiremos de no haber dado el paso antes. No sigamos dando vueltas, engañándonos a nosotros mismos y a los demás, no sigamos muertos en vida. Decidámonos a vivir. La vida es demasiado hermosa para desperdiciarla.