Revista Cultura y Ocio

Pido la paz y la palabra

Publicado el 02 diciembre 2022 por Rubencastillo
Pido la paz y la palabra

Sé que tengo (me lo dicen los calendarios y mi DNI; me lo recuerdan mis canas y los primeros achaques) cincuenta y seis años. Pero esta tarde, mientras leía en voz alta, lentamente, todos los poemas de Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero, he vuelto a tener dieciséis, he vuelto a experimentar la fascinación luminosa de cuando por primera vez llegaron hasta mis ojos en esta misma edición de Losada. Y he notado también, a pesar de los cuarenta años transcurridos, la misma emoción temblorosa ante el hombre al que siempre le quedaba la palabra, ante el hombre que quiso dejar su testimonio (“Debo decir: He visto”); que muestra su desaliento y su fatiga (“Otros vendrán. Verán lo que no vimos. / Yo ya ni sé, con sombra hasta los codos, / por qué nacemos, para qué vivimos”)… pero también su esperanza (“Ímpetus nuevos nacerán, más altos”); que es consciente de que todos los seres humanos viajamos embarcados en el mismo buque y con el mismo destino (“Me llamarán, nos llamarán a todos. / Tú, y tú, y yo, nos turnaremos / en tornos de cristal, ante la muerte”); y que, en todo caso, no admite la posibilidad de la rendición (“No esperéis que me dé por vencido”).

Ayudándose de los encabalgamientos y de las paradojas (“Dios me libre de ver lo que está claro”), rindiendo homenaje a sus poetas predilectos (“Don Antonio Machado. Silencioso y misterioso, se incorporó al pueblo”) y pregonando a voces el amor por su patria, Blas de Otero nos deja una alta lección cívica, una obra que, pese a su condición aparentemente coyuntural, resiste bien los empujones del tiempo. Porque es poesía. Porque era un poeta. Y porque era, también, un mago, que me ha hecho rejuvenecer cuatro décadas durante una hora.


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