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‘Pie de loto’: erotismo y mutilación

Publicado el 03 marzo 2021 por Redespress60

Una niña nacida en una familia cualquiera acomodada en China podría haber sido obligada a comenzar el proceso doloroso de esculpir sus pies en otros más pequeños y puntiagudos de “loto”. Esa modificación tenía la intención de atraer a los pretendientes y hacer ostentación de su estatus social. La cultura en general consideraba que estos pies remodelados eran hermosos, y la delicada marcha que resultaba de esas extremidades radicalmente distintas era atractiva.

‘Pie de loto’: erotismo y mutilación

Se dice que el emperador Li Yu de la dinastía Tang (618–907), tenía en palacio una cortesana muy bella que destacaba en el arte del baile. Li Yu le pidió que moldeara una flor de loto de oro de seis pies de alto (1,828 m.), adornada con joyas y perlas y ordenó a la cortesana que vendase sus pies, para que adoptasen la curvatura de la luna nueva, y bailase sobre la gran flor de loto. Al hacerlo, el emperador se enamoró locamente de ella y todas las mujeres del palacio quisieron imitarla. Con la dinastía Song (960–1279) se generalizó de tal manera que las mujeres sentían vergüenza de sus pies grandes.

Aún hoy en la ciudad china de Cantón, hay familias que se enorgullecen de tener ancestros con “pies de loto”. En la misma Cantón, a finales del siglo XIX, se volvió una práctica común vendar los pies de la mayor de las hijas de una familia de clase baja con el propósito de convertirla en una dama. La intención era que la hija lograra un matrimonio ventajoso económicamente y así hacer prosperar a la familia.

A las hijas menores no se les vendaban los pies pues éstas al crecer eran destinadas a ser sirvientas domésticas. Cuando les llegaba la edad de casarse podían convertirse en concubinas de hombres ricos o esposas de obreros, campesinos o artesanos. Al no tener los pies vendados, estas mujeres podían realizar trabajos pesados en el campo, ayudar a sus maridos en sus negocios o afrontar las tareas de ama de casa y crianza de los hijos.

‘Pie de loto’: erotismo y mutilación

El origen del vendado de pies

Múltiples teorías intentan explicar el origen del vendado de pies, desde el deseo de emular los naturalmente pequeños pies de la concubina preferida de un príncipe, a la historia de una emperatriz que tenía pies en forma de palo.

En realidad esta práctica surgió en Nankín, al inicio de la dinastía Song (937–975), donde se celebraba la fama de sus bailarinas, admiradas por sus pequeños pies y hermosos zapatos arqueados. El vendado de pies fue primeramente practicado entre la élite y sólo en las regiones más ricas y prósperas de China. Esto revela que vendar los pies de las niñas de alta cuna, representaba su exención de realizar tareas pesadas, destinadas a mujeres de clase social baja. También indica que sus futuros maridos eran lo suficientemente adinerados como para permitirse el matrimonio con una dama a la que mantener y que esta esposa viviera sólo para complacer al marido y gobernar a los sirvientes de la casa. Por lo tanto, estar casado con una mujer con “pies de loto” era también signo de prestigio para un hombre.

A principios del siglo XIX, se estima que el 40-50% de las mujeres chinas tenían pies vendados. Para las mujeres de clase alta este porcentaje era casi del 100%.​ Se estima que más de mil millones de mujeres chinas tuvieron sus pies vendados desde el tardío siglo X hasta mediados del siglo XX. Muchas generaciones que llevaron a dominar el oficio de retorcer y remodelar los pies de una niña.

Los pies vendados eran un símbolo de belleza que se volvió un prerrequisito para encontrar esposo, como también una oportunidad para mujeres pobres de casarse por dinero, mejorando su estatus social y el de su familia. Las mujeres, sus familias, y sus esposos tenían gran orgullo en los pies pequeños cuyo largo ideal, llamado “loto dorado”, era de siete centímetros.  Este orgullo se reflejaba en las elegantemente bordadas pantuflas de seda que las mujeres usaban para cubrir sus pies deformados. Caminar con los pies vendados requería doblar las rodillas levemente y balancearse para mantener el equilibrio. Esto provocaba una forma de caminar que era considerada de gran refinamiento.

Los zapatos de loto tenían forma de cono intentando representar el capullo del loto. Delicadamente construidos con algodón o seda, eran lo suficientemente pequeños para caber en la palma de la mano. Algunos diseños solo cabían en la punta del pie, dando la sensación de que eran aún más pequeños. Aún quedan ejemplares de zapatos de loto en los museos y colecciones privadas.

‘Pie de loto’: erotismo y mutilación

Proceso de mutilación

El proceso empezaba antes de que el arco del pie de las niñas tuviese la oportunidad de desarrollarse plenamente. El vendado comenzaba entre los 2 y 5 años, y el doloroso proceso se prolongaba durante varios años. Solía iniciarse por lo general en los meses de invierno ya que los pies estarían entumecidos por el frío y el dolor no sería tan extremo.

Cada pie se bañaba y sumergía en una mezcla caliente de hierbas y sangre animal: esto se hacía con la intención de ablandar el pie para ayudar al vendado. Luego las uñas se cortaban al ras para prevenir que al crecer perforasen la planta del pie y provocaran infecciones. Las vendas de algodón de 3 metros de largo y 5 centímetros de ancho eran preparadas hundiéndolas en la misma mezcla de hierbas y sangre animal. Para permitir que el tamaño del pie se redujese, los dedos de cada pie eran doblados y presionados con fuerza contra la planta del pie hasta lograr romperlos.

Los dedos rotos eran mantenidos apretados contra la planta del pie mientras este era estirado hacia abajo, formando línea recta con el resto de la pierna. El arco se rompía a la fuerza. Las vendas eran atadas repetidamente en forma de ocho, empezando en el interior del pie en la zona del empeine, pasando sobre los dedos, luego bajo el pie y alrededor del talón. Los dedos recién fracturados eran apretados firmemente contra la planta. Con cada vuelta de la venda, el vendaje se apretaba cada vez más estrechando el empeine y el talón entre sí. Esto provocaba que el pie roto se doblase en el arco y los dedos quedasen bajo esa doblez.

Los pies rotos de las niñas requerían gran cuidado y atención. Eran desvendados regularmente. Cada vez que el pie era desvendado debía lavarse meticulosamente, los dedos revisados en busca de heridas y las uñas cuidadosamente cortadas. Luego eran masajeados para suavizarlos y hacer que las articulaciones y los huesos se volvieran más flexibles. También era costumbre hundirlos en una mezcla para que el tejido necrótico, si lo hubiera, se desprendiese.

Inmediatamente después de este procedimiento, los dedos rotos de la niña eran plegados bajo el pie nuevamente y se repetía el vendaje. Este vendado y desvendado era repetido con la máxima frecuencia posible (para los ricos al menos una vez al día, para clases más modestas 2 o 3 veces a la semana). Eran generalmente las mujeres mayores de la familia o una profesional quien llevaba a cabo el inicial quebrado de huesos y subsiguiente vendado de los pies. Esto era considerado preferible a que lo hiciera la madre, ya que la misma podría sentir culpa por el sufrimiento de su hija y estaría menos dispuesta a ajustar bien los vendajes.

El problema más común con los pies vendados era la infección. A pesar de la cantidad de cuidados tomados regularmente como el lavado y el corte de uñas, a menudo las mismas se encarnaban e infectaban. Por esta razón, a menudo las uñas de las niñas eran extraídas en su totalidad. Lo apretado del vendaje comprometía la circulación de los dedos, que estaba prácticamente cortada y por tanto, cualquier herida tenía muy pocas expectativas de curación. Esto causaba infecciones y necrosis.

Si la infección de los tejidos de los dedos llegaba a las falanges logrando ablandarlas, desembocaba en necrosis y desprendimiento. Sin embargo, la pérdida de dedos se consideraba beneficioso porque los vendajes podían aplicarse aún más ajustados y el pie quedaría aún más pequeño. A las niñas cuyos dedos eran más carnosos a veces les ponían pedazos de vidrio o de tejas dentro del vendaje y entre los dedos para producir un corte e infección deliberadamente. A la herida le seguía inevitablemente la infección, por lo que podía producirse la muerte por shock séptico. Las niñas supervivientes a estas infecciones tenían más riesgos de sufrir complicaciones médicas a medida que iban creciendo, puesto que dichas infecciones dañaban sus órganos internos.

Al principio del vendado muchos huesos del pie a quedaban rotos durante años. Con el tiempo, los huesos se acababan soldando, sobre todo cuando el tejido óseo se endurecía tras la etapa de crecimiento. Aún después de que los pies sanaran de infecciones eran propensos a quebrarse nuevamente, especialmente cuando la niña pasase por sus años adolescentes y sus huesos estuvieran todavía blandos. Las mujeres adultas tenían más probabilidad de quebrarse las caderas y otros huesos debido a caídas, pues su caminar era inestable y les costaba ponerse de pie desde una posición sentada.

‘Pie de loto’: erotismo y mutilación

Erotismo y perversidad del pie de loto

Los pies vendados fueron considerados intensamente eróticos en la cultura china antigua y las mujeres con perfectos “pies de loto” tenían muchas probabilidades de conseguir un matrimonio más prestigioso que una con los pies naturales. Los manuales sexuales de la dinastía Qing listaban 48 formas diferentes de jugar con los pies vendados.  Algunos maridos preferían no ver nunca desnudos los “pies de loto” de su esposa. Era preferible que siempre quedasen ocultos dentro de pequeños zapatos ricamente bordados y vendajes. Esto es indicio de que los hombres comprendían que la belleza erótica de los pies vendados no se correspondía con su desagradable realidad física, la cual, por lo tanto, debía ser mantenida oculta para lograr mantener viva la fantasía.

El hecho de que el pie vendado estuviese oculto a los ojos de los hombres era sexualmente estimulante. Además de esconder la dura realidad del pie deforme, se evitaba el más que probable mal olor que desprendían. Diversos microorganismos colonizaban los profundos pliegues provocados en el arco del pie y los dedos, aunque la mujer tuviera una buena higiene, el lavado y secado era complicado, por lo que la limpieza no era completa.

Otro atributo de las mujeres con los pies vendados era la limitación en su movilidad y su impedimento para tomar parte en la vida política y social. Los pies vendados volvían a las mujeres dependientes de sus esposos. Se convertían en un apreciado símbolo de castidad y propiedad del hombre ya que la mujer quedaba restringida a su hogar y no podía aventurarse lejos sin escolta o la ayuda de sirvientes.

Muchos hombres se encaprichaban de los pies de loto hasta perder la razón. Para calificar tales muñones había un repertorio de más de cincuenta y ocho expresiones, ordenadas en cinco formas: pétalos de loto, luna nueva, bóveda armoniosa, sombra de bambú y castaña de agua. Además, se distinguieron tres calidades: los pies gordetes, los pies ligeros y los pies perfumados, y se estableció una escala del uno al nueve que iba de lo ordinario a lo sublime. Toda esta nomenclatura da testimonio demuestra una gran perversidad masculina respecto a las mujeres. Algunos hombres hasta mojaban los pies vendados en una tetera con el objetivo de saborear mejor el té; otros utilizaban los botines como vasos para tomar licor, e incluso, durante la dinastía Ming se llegó a fabricar botines de porcelana destinados a beber alcohol.

Algunos letrados japoneses que estudiaron la práctica desde un punto de vista fisiológico establecieron que las mujeres con los pies vendados tenían la vagina más estrecha debido al esfuerzo muscular que tenían que hacer al andar, lo que se traducía en un aumento del placer de los hombres en el coito.

‘Pie de loto’: erotismo y mutilación

Declive

En 1874, sesenta mujeres cristianas en Xiamen organizaron un movimiento para poner fin a la práctica del vendado de pies. Tras unos años, esta reivindicación fue dirigida por el Movimiento Femenino de la Templanza Cristiana en 1883 e impulsada por el misionero cristiano Timothy Richard, quien sostenía que el cristianismo podía promover la equidad entre los dos géneros.[13]​

Una nueva generación de chinos con acceso a educación universitaria y que habían viajado por Europa, comenzaron a darse cuenta de que este aspecto de su cultura significaba un atraso respecto a la modernización de China; los darwinistas sociales afirmaban que debilitaba a la nación ya que las mujeres impedidas por el “pie de loto”, supuestamente engendrarían hijos débiles. Las feministas atacaron la práctica porque causaba sufrimiento a las mujeres y les impedía trabajar para lograr su emancipación. En el cambio al siglo XX, mujeres como Kwan Siew-Wah (conocida en Occidente como Brigitte Kwan), feminista pionera, se entregaron a luchar para acabar con el vendado de pies.

También hubo edictos que intentaron terminar con el vendado de pies. La emperatriz Cixi, que era manchú, emitió uno de esos edictos tras la rebelión Bóxer pero fue abolido poco tiempo después. El vendado de pies fue también ilegalizado en 1902 por nuevos edictos imperiales de la dinastía Qing.

En 1912, después de la caída de la dinastía Qing, el nuevo gobierno nacionalista de la República de China prohibió de nuevo el vendado de pies, aunque, al igual que sus predecesores, no siempre con éxito. En Taiwán, el vendado fue prohibido por la administración japonesa en 1915. Algunas familias que se oponían a la práctica hacían acuerdos contractuales unos con otros prometiendo en matrimonio mutuo un hijo con una hija sin los pies vendados. Cuando los comunistas tomaron el poder en 1949 establecieron la estricta y definitiva prohibición del vendado de pies, incluyendo las áreas rurales aisladas donde las distintas prohibiciones anteriores habían sido ignoradas.

Aunque algunos reformadores cuestionaron la práctica, no fue hasta principios del siglo xx cuando comenzó su declive, en parte por el cambio de las condiciones sociales y en parte como resultado de campañas contra el vendado de pies,​ considerándolo una práctica bárbara y arcaica, pues el vendado de pies provocaba discapacidades motoras de por vida en la gran mayoría de mujeres a quienes les había sido practicado. Aun así la costumbre persistió en las zonas rurales hasta que en 1949 fue definitivamente prohibida por el nuevo gobierno comunista de Mao. Al iniciarse el siglo XXI, las pocas mujeres con “pie de loto” que quedan en China, son ancianas con importantes problemas de movilidad y necesitan cuidados y asistencia continua.

Fuentes: Wikiwand // China.org


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