Revista Cine
La premisa.Para infinidad de culturas el león es un símbolo de verdad, fuerza, valor, coraje y poder. Para nosotros, venezolanos, representa una ciudad.Es la imagen de la dicotómica Santiago de León de Caracas.Símbolo de invasión y de paz obligada para los indígenas Caracas. Representación de debilidad oculta en la paradoja de la colonia española, que hoy, 400 años después, sigue siendo la imagen representativa de una fiera considerada: “El rey de la selva”.
La sombra de la conquista se reconstruye con fuerza en cada esquina de nuestra capital y la verdad, la fuerza, el valor y el coraje, como cánones positivos para el reflejo de una polis, se ven ennegrecidas bajo el mandato imperioso del poder político y de quienes asumen su vida bajo la consigna creada por los romanos.
El León ha enloquecido, ha caído presa de su propia condición de depredador, niega al Uróboros, pues no da cabida a más nada y, su fuerza letal, destructiva e insana, no permite que el proceso de la cadena alimenticia siga el camino natural restringido por el factor biológico de su figura autocrática.La condición de eterno cambio conlleva siempre al ciclo de Sísifo, donde la roca rueda de vuelta al origen a pesar del esfuerzo por llevarla a la cima de la colina. De esta manera el cambio de la creación a la destrucción sufre una brecha, donde la imperiosidad de metamorfosis se ve relegada para dar paso al estancamiento del horror.Más información »
La sombra de la conquista se reconstruye con fuerza en cada esquina de nuestra capital y la verdad, la fuerza, el valor y el coraje, como cánones positivos para el reflejo de una polis, se ven ennegrecidas bajo el mandato imperioso del poder político y de quienes asumen su vida bajo la consigna creada por los romanos.
El León ha enloquecido, ha caído presa de su propia condición de depredador, niega al Uróboros, pues no da cabida a más nada y, su fuerza letal, destructiva e insana, no permite que el proceso de la cadena alimenticia siga el camino natural restringido por el factor biológico de su figura autocrática.La condición de eterno cambio conlleva siempre al ciclo de Sísifo, donde la roca rueda de vuelta al origen a pesar del esfuerzo por llevarla a la cima de la colina. De esta manera el cambio de la creación a la destrucción sufre una brecha, donde la imperiosidad de metamorfosis se ve relegada para dar paso al estancamiento del horror.Más información »