En ocasiones, hay lecturas del comportamiento, de la situaciones dadas por el otro, cuyo juicio resultante se piensa tan perspicaz como acertado. Y sí, realmente hay un acierto, ¿pero en qué sentido? ¿en el otro o en mi mirada? Escuchamos lo que queremos escuchar, vemos lo que queremos ver... ¿No entrarán en juego realmente nuestras propias fantasías y deseos de manera que las disfrazamos, y tan siquiera damos cuenta de ello? La literatura y el cine se hacen eco de esto: comedias de enredo, donde nada es lo que se había imaginado, dramas cuyo trágico final se basan en un malentendido...Mal-en-tendido...tender...hay una tendencia entonces a pensar mal, en el sentido de no corresponder con la intención o la realidad del otro. ¿De dónde proviene esa tendencia? Sabemos desde el psicoanálisis que en el sujeto las tendencias dan cuenta de deseos reprimidos que se reflejan en nuestros pensamientos y sobredeterminan nuestros actos. Si siempre somos “muy mal pensados” cabe preguntarnos ¿qué tiene eso que ver conmigo? Cambiemos entonces el “yo creía que...” por “yo desearía que..” y nos posicionaremos de manera diferente ante un mismo hecho.
Laura López, psicóloga-psicoanalista
Revista Psicología
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