Hace uno días habría sido un deseo distinto. Hace unas semanas también. Y del que habría pedido hace unos meses ya no me acuerdo.
Me han ido cambiando las prioridades a fuerza de ostias en estos días. Porque antes del confinamiento y del coronavirus yo escribí un póster en el que compartía que necesitaba parar, que no podía seguir trabajando a ese ritmo.
Y entonces llegó el bicho y me quedé sin nada de trabajo. Actividad suspendida. Cero ingresos. Todo el tiempo del mundo.
Y me acostumbré a estar en casa, como todos, vivía en una auténtica montaña rusa cómoda sin quejarme porque había millones de personas que estaban peor que yo. La inactividad me robó la creatividad y a ratos me daban ganas de reír, otras de llorar y así en bucle, constantemente.
Y llegó la inundación de mi local y tuve que abandonar todo a lo que me había acostumbrado para intentar pensar con claridad qué hacer, cómo trasladar más de mil libros mojados, por dónde empezar, si dejarlo todo a un lado. Lloré un montón ese día. Me ayudó mucho mi hermana. Y entonces pensé que si una pandemia no había podido con la Humanidad tampoco iba a venirme abajo yo por un contratiempo. Me pelee con el seguro. Hice siete viajes con el coche hasta arriba de libros para llevarlos al pueblo. Y Villaverde de nuevo me salvó. Porque no todo el mundo tiene la suerte de tener una casa con espacio para llenar los rincones de libros y preparar una estación de secado casera con el asesoramiento de tu socia vía WhatsApp o de tus amigos cántabros que están muy acostumbrados a la humedad. En menos de una semana conseguí crear la chimenea juvenil, el rincón curioso o el trastero de cómic. El pueblo me volvió a salvar.
Y ahora, sábado día 2, después de dar mi primer paseo permitido por el Gobierno y respirar el aire de La Armuña me doy cuenta de que volvía estar equivocada. Los libros daban igual, el negocio daba igual, que el seguro no me hiciera caso, las tardes entre lágrimas por la inactividad, todo daba igual.
Porque el único deseo que quiero pedir cuando he visto el molinillo dar vueltas era SALUD, para mi y para los míos. Lo demás daba igual. Lo demás no importa. Lo demás pasará.