Te imaginas conducir uno de esos coches locos bautizados como “dragsters”, que básicamente consisten en 2 ruedas gigantes detrás, dos ruedas enanas delante y un motor con todos los caballos de potencia que te imagines. Te lanzas a 325 km/h en cuestión de segundos y la adrenalina corre por tus venas, cuando de pronto pasa ésto: