Ante este panorama a muchas personas le surge la duda: ¿debo dejar de consumir bebidas con graduación? y sobre todo, ¿puedo tomar vino si estoy a dieta?
El consumo moderado de vino es saludable y no tiene ningún riesgo para el organismo siempre que la persona goce de buena salud y se haga de manera moderada, por tanto una copa de vino al día, por ejemplo, apenas aportan unas 100 calorías.
¿100 calorías te parecen mucho? sigue leyendo y te llevarás una sorpresa.
Según ha confirmado a través de declaraciones la famosa nutricionista Tanya Zuckerbrot para Women's Health, es posible disfrutar de una copita (o dos) al día y no engordar un gramo. La experta solo pone dos condiciones: la moderación y que la bebida sea vino.
Al contrario de lo que la mayoría cree, el vino no es en absoluto el enemigo de los regímenes si nosotros no queremos que así sea. Es decir, si bebes tres o cuatro copas de vino al día, o si no bebes nada y el fin de semana te metes de golpe una botella, lo más probable es que tu dieta no tenga el efecto deseado, y que pongas en grave riesgo tu salud.
Pero si te tomas un par de copas con los amigos, en la soledad de tu hogar o en una cita, no tendrás ningún tipo de problema con los michelines, y además mejorará tu salud. Zuckerbrot afirma que una copa de vino tiene menos calorías que un plátano, menos de 100 calorías, una cifra que "pasará inadvertida para tu cuerpo", afirma en declaraciones recogidas en el diario El Confidencial.
En cuanto al tipo de vino, es indiferente su color. Si bien los blancos y rosados tienen menos calorías, la diferencia es de apenas 10 Kcal. entre un tipo y otro. Los que sí debes evitar a toda costa son los vinos dulces, semidulces, semisecos y abocados, pues contienen azúcar. Es conveniente elegir vinos secos, cuyo contenido en azúcar es inferior a 5 gr. por litro, y en el caso de los espumoso los Extra-Brut, que poseen menos de 6 gr. por litro, o los Brut-Nature con menos de 3 gr./litro. Cabe recordar que el azúcar del vino no es añadido, sino naturales procedentes de la fruta durante su elaboración.
Que el alcohol no engorda no es nada nuevo. El alcohol posee muchas calorías, pero el alcohol no es absorbido por el organismo, porque no es un nutriente, es decir son calorías vacías. Las calorías vacías son aquellas que no poseen nutrientes (hidratos de carbono, grasas o proteínas) y por tanto, en el caso del vino al no contener grasas y apenas hidratos de carbono y proteínas, no engordan.
El periodista británico Tony Edwards, quien en su libro 'The Good News About Booze' (Premium Books), desmonta las ideas preconcebidas sobre el alcohol, afirma que "no hay evidencia científica que soporte la idea de que el alcohol engorda. Sé que es algo que resulta contrario a nuestra intuición, porque nos han dicho que el alcohol tiene un montón de calorías y que las calorías engordan. Pero es un hecho que el alcohol no engorda", asegura.
El riesgo de las calorías vacías está en el supuesto de que una persona lleve una dieta muy alta en este tipo de calorías, en la que habría que compensar la carencia de nutrientes esenciales para el organismo. Cosa que no ocurre cuando tomas una o dos copas de vino, especialmente si lo haces durante la comida.
El divulgador científico Gary Taubes explica en su libro 'Cómo engordamos y qué hacer al respecto' (RBA) que aunque el alcohol favorezca la acumulación de grasa en el hígado procedente de los hidratos de carbono de los alimentos que consumimos, ello no conlleva de forma intrínseca un aumento de peso, ya que "almacenar esa grasa o quemarla depende de si comemos o bebemos hidratos de carbono con el alcohol, algo que hacemos de forma habitual".
En efecto, son los pinchos, especialmente los que contienen pan y otros hidratos de carbono, los que mezclados con la copa de vino provocan la acumulación de grasa, pero no el vino. Por eso mismo, la mayoría de nutricionistas desaconsejan el consumo de vino entre comidas. Lo mejor es tomar vino durante o después de las comidas.
Ya sabemos que el vino no engorda, siempre y cuando se consuma en las comidas, o sin hidratos de carbono entre comidas. Pero, ¿por qué son tan buenos amigos el vino y la gastronomía?
Según evidencia el estudio científico del instituto británico Francis Crick publicado en 'Nature Communications', a través de pruebas con ratones, un equipo de investigadores descubrió que el alcohol enviaba señales al cerebro de los animales que les llevaron a consumir más comida (una quinta parte más). Se registró un aumento de actividad en las neuronas AGRP, unas células cerebrales consideradas clave en el proceso del hambre y saciedad que hacen que la comida sepa mejor cuando estamos en situaciones de necesidad.