Revista Libros
Pierre Hadot.El velo de Isis.Traducción de Maria Cucurella.Alpha Decay. Barcelona, 2015.
Un grabado que representa a Apolo, el dios de la poesía, en el momento en que levanta el velo de Isis, diosa de la naturaleza, es el punto de partida de un extraordinario ensayo en el que Pierre Hadot aborda la historia de la idea de la naturaleza desde la antigüedad hasta comienzos del siglo XX.
Combinando reflexión e intuición, análisis y síntesis, Pierre Hadot ha escrito en El velo de Isis, que publica Alpha Decay con una espléndida traducción de María Cucurella, un ensayo tan sólido como iluminador en torno a la evolución de la idea de naturaleza y a la actitud humana hacia ella.
Dos impulsos, el prometeico y el órfico, recorren la historia del pensamiento occidental en relación con la naturaleza. Si el primero busca desvelar lo oculto de una naturaleza a la que le gusta esconderse, como decía Heráclito, el segundo intenta imitar sus procesos creativos.
Rastreando esos dos impulsos, que dan lugar a la ciencia o a la tecnología y al arte, Hadot hace un recorrido histórico por esas actitudes: desde los presocráticos hasta hoy a través de esas dos miradas a la naturaleza: una más ligada a la ciencia, la otra más vinculada a la creación artística.
Un recorrido histórico que va desde la idea de la naturaleza como secreto a la física que lo desvela, desde la magia a la técnica, actitudes todas ellas prometeicas en las que el conocimiento y el progreso ponen la naturaleza el servicio del hombre, pero también desde el secreto de la naturaleza al misterio de la existencia, desde Heráclito hasta Heidegger pasando por Platón, Ovidio o Lucrecio, en quienes se manifiesta la percepción estética de la naturaleza a través del arte y la poesía.
Un deslumbrante paseo por la civilización occidental con tres hilos conductores: la célebre fórmula de Heráclito "la naturaleza ama esconderse" y su fortuna a lo largo de los años, la noción de secreto de la naturaleza y, finalmente, la imagen velada de la naturaleza, representada como Artemisa-Isis y con un referente central en Goethe, poeta y sabio a la vez, prometeico y órfico a un tiempo, modelo de conocimiento científico y estético en su aproximación el secreto de la naturaleza.
Un secreto que se resume en la frase ningún mortal ha levantado mi velo que aparecía en una inscripción alusiva a una estatua de Isis de la que hablaba Plutarco.
En virtud de su identificación con Artemisa, la estatua de Isis representaba, pues, a una mujer que llevaba un velo. El velo de la naturaleza (...) El poeta afirma que nadie conoce su rostro, que ninguna criatura puede descubrirla ya que está oculta por un velo que le cubre el rostro. Unos dicen que el velo está destinado a disimular el carácter terrorífico de su apariencia, ya que tiene el aspecto de un león. Los ojos de los hombres no podría soportarla. Otros dicen que es tan bella y brillante que no podemos verla más que en el reflejo de un espejo.
Fue Goethe quien dijo, al comentar el grabado de Apolo e Isis, que también la poesía puede levantar el velo del secreto de la naturaleza. La poesía se convierte así en forma de conocimiento, en fuerza reveladora del secreto porque –escribe Hadot- desde la más alta antigüedad se ha considerado que el poeta era el verdadero intérprete de la naturaleza, que conocía sus secretos en la medida, precisamente, en que se pensaba que la naturaleza actúa como un poeta y que lo que produce es un poema.
Santos Domínguez