La vida sumergida es un libro de quince relatos para leer a la manera del buceo, es decir, sumergiéndose y aguantando la respiración, pues la prosa de Adón es urgente, rítmica, veloz y poética. Una prosa brillante, por cierto. De frases cortas.
"Extraer del barro la explicación a su existencia. Desentrañar el significado de cada estímulo para quedarse tranquila y poder regresar a sus actividades cotidianas. Sus otras actividades cotidianas. Creyendo que semejantes explicaciones se encontrarían en la base de los montes, bajo las pilas de materia fusionada al azar. Creyendo que podrían desenterrarse con solo escarbar. Revolviendo bajo el abono de los cultivos. Bajo las semillas alojadas en las hileras de los huertos." ("Pietas")Con ella se entretiene más en la descripción que en la acción: aquí tenemos quince fotografías del estado de ánimo y de ciertas extrañas percepciones de un montón de personajes descontentos de sí mismos, necesitados de despojarse de algo. Personajes que habitan casas espaciosas, que esperan en andenes de tren, que se relacionan con los demás bajo la dialéctica del amo-esclavo, que contemplan la naturaleza o los objetos cotidianos, y se asombran.
"Durante los primeros días en la casa en completa soledad, empezó a darse cuenta de que todo le parecía extraño: que un fuego diese calor, que las cosas se movieran tras una simple aplicación de fuerza con un dedo, que el aire se pudiera respirar, que una rama flotara en el agua... Que su vida consistiera en abrir cajones de cómodas." ("Virtus")Pilar Adón nos invita a sumergirnos en los detalles y a mirar con otra perspectiva lo cotidiano.