Pilar Rahola ha publicado un artículo en La Vanguardia que desvela y recrimina otros aspectos de las actividades de Barcelona Acció Solidària (la Ong que, sin estar lejos de la órbita del gobierno, dice de sí misma ser "una organització progressista, laica i no adscrita a cap ideologia política partidària específica"), tras el lamentable secuestro de dos de sus miembros por parte de Al Quaeda y la liberación con ayuda del presumible pago por parte del gobierno español de una elevada suma de millones.
Entre otras cosas, dice Pilar Rahola en su artículo "El valor del silencio":
(...) Superado (o aparcado) el debate sobre la negociación, otra cosa es el tema de "Barcelona solidària". Decía que llevo mal las declaraciones de Roque y Vilalta, primero, porque después del lío en que nos han metido, estarían mejor callados.
Segundo, porque estos aires de héroe de mochila empiezan a ser cargantes. ¡Por Dios, que no son el obispo Casaldáliga, dedicando su vida a los pobres! Y tercero, porque no he visto ni un ápice de autocrítica. Parece como si tuviéramos que aplaudir las ansias de estos niños pijos de pasearse un rato por el Sahel y quizás aplacar su mala conciencia de clase.
Recuerdo que, al final de la transición, uno de esos ricos del PSUC me dijo: "Es muy higiénico manifestarse con los obreros". Y también debe serlo embarcarse en caravanas grandilocuentes por los mapas de la pobreza y repartir el maná como si fueran la versión progre del Domund de la calle Serrano.
Pero lo cierto es que la solidaridad no es llevarse de paseo por el desierto a Judit Mascó, o a la mujer del alcalde Barcelona o a los amigos del pan con tomate socialista. Ni eso es solidaridad ni sirve para nada. Montar este tipo de aventuras, seguidas al minuto por internet, tiene que ver con cierto paternalismo progre, mucho más que con resolver los problemas de la gente.
Si la aventura, además, acaba con secuestro, meses de angustia, presumible pago millonario, liberación de yihadistas y éxito de Al Qaeda, lo mínimo que se puede pedir es que los liberados se callen. Porque parece que no han entendido lo básico: algunos aceptamos resignados que se haya pagado por ellos. Pero no aplaudimos su irresponsable, inocua y pija aventura solidaria.
Hay que estar bastante bien informado y muy harto de las apariencias frente a la realidad para publicar cosas que -como ésta- sin duda no son políticamente correctas.