Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos.
Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado El mundo, de Juan José Arreola )1918-2001), escritor, académico, traductor y editor mexicano. De formación autodidacta desempeñó los más diversos oficios a lo largo de su vida. Se le considera uno de los impulsores más importantes del cuento fantástico contemporáneo en México, así como uno de los máximos exponentes de la minificción latinoamericana, junto con Julio Torri y Augusto Monterroso. Sus textos, influenciados por autores como Kafka, Giovanni Papini, Jorge Luis Borges o Charles Baudelaire, tienen como características principales la brevedad, la ironía y la constante combinación de los recursos de distintos géneros literarios, como el cuento, la poesía y el ensayo.
Su narración, incluida en la obra Minificción mexicana de Lauro Zavala, tiene veintiuna palabras y dice así:
EL MUNDO
Dios todavía no ha creado el mundo;
sólo está imaginándolo, como entre sueños. Por eso el mundo es perfecto, pero confuso.HArendt
Entrada núm. 3033
[email protected]La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)