Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos.
Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado El sueño, de Luis Mateo Díez (1942), escritor y académico español. En 1961 inició sus estudios de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, que finalizó en la Oviedo. Por ese entonces aparecieron sus primeros poemas, que fueron reunidos en 1972 en la obra Señales de humo, pero su creación lírica fue efímera y dejó paso definitivamente a la ficción narrativa. Su primer libro de cuentos, Memorial de hierbas, apareció en 1973 y su primera novela, Las estaciones provinciales, en 1982. Fue elegido miembro de la Real Academia Española el año 2000.
Su narración, incluida en la obra La otra mirada, de David Lagmanovich, tiene veintiuna palabras y dice así: EL SUEÑO
Soñé que un niño me comía.
Desperté sobresaltado.
Mi madre me estaba lamiendo.
El rabo todavía me tembló durante un rato.
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HArendt
Entrada núm. 3019[email protected]La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)