Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos.
Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Escribir, de Luisa Valenzuela (1938), escritora y periodista argentina. Desde niña, en la casa de su madre, Luisa Mercedes Levinson, se daban cita escritores como Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges o Ernesto Sábato. A los 17 años comenzó a publicar en diversos periódicos y trabajar en Radio Belgrano. Ha sido "Escritora en Residencia" en el Center for Interamerican Relations y en las Universidades de Nueva York y Columbia, donde durante años dictó seminarios y talleres de escritura. Fue "Fellow" del New York Institute for the Humanities, del Fund for Free Expression y miembro del Freedom to Write Comittee de PEN American Center. En 1989 volvió definitivamente a Argentina.
Su narración, incluida en la obra Libro que no muerde (1980), tiene veintitrés palabras y dice así:
ESCRIBIR
Escribir escribir y escribir sin ton ni son
es ejercicio de ablande.
En cambio el psicoanálisis no,
el psicoanálisis es ejercicio de hablande.
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Luisa Valenzuela
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
HArendt
Entrada núm. 3004[email protected]La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)