Como suele ser habitual, noviembre suena, huele y sabe a Test Match en el mundo del rugby. Son principalmente las fechas en las que las Naciones del Pacífico/Oceanía se dejan ver por Europa para medir los progresos de los primeros espadas europeos. Realmente este año ha habido pocas sorpresas y, a falta de unos pocos partidos para cerrar la ventana internacional, se confirmó ayer “in extremis” lo que casi todo el mundo daba por hecho: Nueva Zelanda se convierte en la primera Selección de la era profesional que vence en todos sus partidos durante un año natural. Catorce para ser exactos, incluyendo los test match de junio frente a Francia, el Rugby Championship a finales de verano y los test match de ahora noviembre.
Ayer en el AVIVA Stadium de Dublín, ante 50.000 animosos espectadores, Irlanda en veinte minutos mágicos destrozó la línea neozelandesa y puso un 19-0 en el marcador con tres ensayos de Murray, Best y Rob Kearney. Mermados muchísimo por la baja de Conrad Smith, un espectacular centro que hace también buenos a los que tiene a su alrededor, y una gran labor de los flankers irlandeses que hicieron un trabajo defensivo increíble, casi suicida, se pudo ver rugby en su máxima expresión en el corazón de Irlanda. Un ensayo del joven Julian Savea maquilló el resultado y dejó un 22-7 casi histórico al descanso.
Desde luego no era el día de los All Blacks. Irlanda sabía que la segunda parte sería una travesía por el infierno pero la verdad es que los siguientes quince minutos sólo dieron para ver cómo Nueva Zelanda perdía una touch y tres posesiones de forma absurda, algo casi inconcebible para ellos. Ma´a Nonu fue un flaco favor en la línea de tres cuartos. No obstante, el Helecho Plateado pesa muchísimo en el pecho, demasiado, y el cerco se estrechó en la veintidós del XV del Trébol con una posesión de 72-28 por ciento. Nueva Zelanda aprovechó así el plus de frescura del primera línea Ben Franks, que salió en la segunda parte, para cubrir esos largos dos, tres metros que separaban el ruck de la línea de ensayo en una larga jugada de ataque, y anotó la segunda marca dejando el marcador en 22-17.
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Ayer la suerte quiso ser esquiva con un agotado y extenuado Trébol empujado al grito de un estremecedor y repetitivo ¡Ireland! por toda su afición. Aún con el marcador a favor, Jonathan Sexton falló el golpe de castigo de su carrera deportiva, el que habría puesto a Irlanda con ventaja virtual para ganar el partido a sólo cinco minutos, y una posterior inoportuna pérdida de posesión casi con el tiempo cumplido permitió a los All Blacks trenzar una rápida jugada de ataque que culminó en un ensayo en la misma esquina de Ryan Crotty, que también había salido desde el banquillo. Nigel Owens, árbitro del partido, quiso darle algo de mordiente al final comprobando si las dos últimas transmisiones de balón habían sido pase adelantado o no pero lo cierto es que con ver una sola vez la repetición bastaba para corroborar la legalidad del ensayo. Finalmente Aaron Cruden pasó la patada definitiva que daba el partido a Nueva Zelanda no sin polémica previa pues Owens mandó repetir el lanzamiento (que Cruden había fallado en primera instancia) por salir al paso los jugadores de Irlanda antes de tiempo.
Irlanda: R Kearney; Bowe, O’Driscoll, D’Arcy, D Kearney; Sexton, Murray; Healy, Best, Ross, Toner, O’Connell, O’Mahony, O’Brien, Heaslip.
Banquillo: Cronin por Best (14), Fitzgerald por O’Driscoll (53), McLaughlin por O’Mahony (56), Fitzpatrick por Ross (65), McCarthy por Toner (65), McGrath por Healy (69), Madigan por Sexton (76).
Nueva Zelanda: Dagg; Jane, B Smith, Nonu, Savea; Cruden, A Smith; Crockett, Hore, Faumuina, Romano, L Whitelock, Luatua, McCaw, Read.
Banquillo: Coles por Hore (42), Crotty por Dagg (52), O Franks por Faumuina (56), Messam por Luatua (56), B Franks por Crockett (60), Barrett (66).
Una lástima, Nueva Zelanda hizo historia en la era moderna e Irlanda no pudo ganar por primera vez en su vida a los All Blacks. De momento la cuenta está en 27 derrotas de 28 partidos con sólo un empate a diez en un lejano ya 1973. En todo caso, ayer RUGBY con mayúsculas en Dublín. Personalmente, me quedo con el carrerón de setenta metros de Rob Kearney mientras todo el Estadio celebra con un orgullo espectacular la culminación de uno de los momentos de mayor éxtasis del rugby irlandés.
DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ
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