Revista Salud y Bienestar

Pinchazos en personal sanitario

Por Emilienko
Pinchazos en personal sanitario
Mis amigos se sorprenden cuando les cuento que los sanitarios nos pinchamos con relativa frecuencia.
No es algo muy común, pero en ocasiones, a pesar de todas las precauciones que se toman, uno se pincha con una aguja contaminada con la sangre de otro paciente. Afortunadamente, el riesgo es bajo, entre otras cosas porque cuando la aguja traspasa el látex de tu guante, se limpia por la tensión que el plástico ejerce sobre ella.
Si te pinchas, quítate rápidamente el guante y exprímete el lugar del pinchazo intentando que salga sangre tuya por él. Después, lávate la zona afectada y comunícalo al responsable de pinchazos de tu centro sanitario.
Los contagios son raros porque, habitualmente, el paciente está sano. Incluso cuando el paciente tiene alguna enfermedad, contagiársela es poco probable. Esas enfermedades que se pueden transmitir son las hepatitis B y C y el VIH.
Yo me he pinchado más de una vez y eso implica pasar los siguientes seis meses con la incertidumbre de un posible contagio y realizándose serologías periódicas. Por este motivo, se ha discutido en ocasiones que los trabajadores sanitarios tengamos en nuestro sueldo un complemento por riesgo biológico. Personalmente, fui consciente de los riesgos que entrañaba mi profesión antes de elegirla y, si bien por un lado creo que un complemento por riesgo biológico no sería injusto, considero prioritarias en este momento otras reformas retributivas que ahora no vienen al caso.
Lo que sí quiero comentar son dos situaciones que, desde estudiante, me han llamado la atención en relación con los pinchazos de los sanitarios.
La primera de ellas es que algunos trabajadores, afortunadamente pocos, no comunican los pinchazos de forma pertinente. Esto sobre todo ocurre cuando la aguja está contaminada con sangre de alguien con poco riesgo de tener una enfermedad contagiosa; como por ejemplo, un niño. Es verdad que el riesgo de contagio es muy bajo en la mayoría de los casos, pero también lo es que las posibilidades de contagio por pinchazo son reales y que deberían de quedar todos ellos registrados de forma pertinente; si no por motivos de prevención, al menos por motivos legales.
La segunda situación es la relativa a nuestra vida sexual. De ser una persona presuntamente sana, pasas a ser alguien con posibilidades de tener y poder transmitir hepatitis y VIH. Yo considero que tu(s) pareja(s) sexual(es) tienen derecho a saber esa nueva situación. Y tener que dar esa noticia no es algo que aumente precisamente la líbido.
A pesar de vivir con la incertidumbre de un posible contagio y de las consecuencias sobre la sexualidad, no protesto. Como escribí antes, siempre fui consciente de este gaje de mi oficio. Pero creo que es bueno comunicar esto a las personas que desconocen esta realidad sobre los sanitarios.
Foto: Punta de una aguja al microscopio electrónico de barrido, observándose colonias de bacterias.

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