¿Me creen si les digo que en China existe una ciudad amurallada que se resiste al paso del tiempo, de la modernidad y el olvido? Suena hasta poético, pero tan lejos de la descripción no estoy. Es que en nos encontramos con una ciudad sacada de una película antigua, de antes incluso que se crearan las películas. Tradicional, romántica, soñadora, de otra época. Pingyao tiene todo eso que hace falta para vivir una real y tradicional experiencia china.
Breve sobre Pingyao
Pingyao es una antigua ciudad de China ubicada en la provincia de Shanxi a más de 700 kilómetros de Beijing que fue fundada hace más de 600 años. El casco antiguo esta rodeado de una muralla de 6 km de perímetro y 12 metros de alto. Tiene seis puertas de ingreso y 72 Torres de vigilancia. Durante la dinastía Qing, Pingyao fue un poderoso centro financiero de China, llegando a tener hasta 20 instituciones financieras (más de la mitad de todo China en ese entonces). Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.
En principio, Pingyao iba a ser una ciudad de paso en nuestro viaje por China. Un par de días de descanso entre Datong y Xi'an. Pero ni bien bajamos del tren nos enamoramos de Pingyao. Sensaciones únicas y mágicas nos recorrió por el cuerpo y allí mismo decidimos extender la estadía a cuatro días.
Primeros momentos en Pingyao
El tren proveniente de Datong nos dejó en la estación de Pingyao a las 6 de la mañana. Como en casi todo nuestro viaje por China, habíamos reservado una cama en el tren. Estaba recién amaneciendo y una niebla espesa lo cubría todo. Siete horas fueron necesarias para llegar a este nuevo destino y un segundo fue demasiado para entender que Pingyao se convertiría en uno de los lugares mas increíbles que hemos visitado.
En la estación no estaba esperando un mototaxi que nos llevó hasta el Hostel Yamen en el que nos alojamos. El chófer nos condujo a través del tiempo. Ingresamos a la ciudad amurallada por una de sus puertas y la magia se hizo realidad. El sol se estaba asomando y generaba una halo de luz tenue. Mientras avanzábamos por las calles angostas adoquinadas, el color gris que dominaba las paredes de las casas y la calma que reinaba en esa cultura eran representadas por Pingyao como si de un lienzo se tratara. La tradición China se mostraba al alba y poco a poco nos íbamos sumergiendo en el pasado. Como si estuviéramos en una máquina del tiempo, fuimos recorriendo cada rincón de esta extraordinaria ciudad hasta llegar al Hostel.
Era temprano, por eso tuvimos que esperar en la recepción hasta que prepararan nuestra habitación. Estábamos cansados del viaje en tren, así que nos tiramos en unos sillones y nos quedamos dormidos. Al rato nos despertó un simpático viejito que a través de señas nos dio a entender que ya estaba lista nuestra habitación. Hacía allí fuimos.
Recorriendo Pingyao
Sin una guía turística, ni mapas, comenzamos a caminar por la ciudad como lo hacemos siempre. Recorriendo y admirando cada rincón. Mezclándonos entre la gente. Siendo uno más del paisaje sin intervenir en él. Fue así que sin darnos cuenta habíamos regresado al pasado. 600 años atrás, cuando la muralla que envuelve a Pinyao fue construida. Avanzábamos entre las dinastías Ming y Qing a través de sus construcciones, su tradición, su estilo de vida. Cada adoquín de sus calles nos remontaba siglos atrás. Cada comida que probábamos en los puestos callejeros nos sumergía en su historia. Cada instante que vivíamos en Pingyao había sido ya vivido por miles de personas, miles de generaciones que eligieron esta ciudad como su refugio, su hogar.
Nuestros paseos preferidos eran al atardecer, cuando salíamos a perdernos por la ciudad intramuros. Caminábamos buen rato por las calles internas de Pingyao sin rumbo, descubriendo sus rincones más ocultos. Alumbrados sólo por faroles y las estrellas. Luego nos íbamos a cenar tratando de probar siempre diferentes platos.
Para almorzar y cenar salíamos de la ciudad amurallada, ya que dentro los precios eran muchísimos más caros. Saliendo por la puerta que te lleva a la estación de tren hay una especie de peatonal con muchos puestos de comidas, uno al lado de otro. Allí comíamos la mayoría de las veces. También encontramos un restaurante sobre la avenida principal con una buena relación precio-calidad.
Que ver y hacer en Pingyao
La ciudad en si misma es una atracción turística que enamora y encanta a cualquier viajero que la visita. Así mismo podemos encontrar varios Templos y Museos tanto dentro de la ciudad amurallada como en sus alrededores dignos de ver. Alguno de estos lugares son:
- el Monasterio de Shuānglín,
- el Templo de Zhènguó,
- el Templo de la Ciudad de Dios,
- el Castillo Zhāngbì Underground,
- Wang Family Courtyard,
- el Museo-Casa de finanzas de Rìshēngchāng,
- el Templo de Confucio,
- el Viejo Teatro de Pingyao,
- la Torre de la Ciudad,
- la Torre de Gishi,
- el Templo Taoísta de Qīngxū Guān,
- el Muse de las Armas,
- el Museo Tianjixiang,
- el Muro de los Nueve Dragones.
Para ingresar a la mayoría de estas atracciones y sitios de interés se puede comprar un Ticket (CNY 150 aprox.) que permite la entrada a casi todos estos lugares.
Esperamos que te haya gustado esta visita virtual por Pingyao, una de las ciudades más lindas que visitamos en China.
Nos leemos.
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