Revista Cultura y Ocio

Pink Floyd - The Division Bell

Publicado el 13 octubre 2014 por Mims
Pink Floyd - The Division Bell
El próximo mes de noviembre se publicará un nuevo álbum de Pink Floyd tras veinte años de silencio, The Endless River. Por ese motivo he decidido rescatar su último trabajo hasta la fecha y volcar en esta entrada todo lo que pienso de Pink Floyd tras la despedida de Roger Waters. Hacía años que no escuchaba The Division Bell y volver a revisitarlo me ha provocado una extraña mezcla de sensaciones. Siempre me ha parecido un álbum menor, pero ahora lo veo además como el mayor exponente de las debilidades inherentes a la última formación oficial del grupo.

Resulta absurdo decir que Pink Floyd sin Roger Waters estaban sentenciados de antemano al fracaso, ya que la carrera del propio Waters en solitario tampoco mantuvo la exquisitez esperada. No soy futurólogo, pero creo que Pink Floyd con Roger Waters habría creado en los ochenta una música difícil de soportar, siempre girando sobre la misma temática auto-compasiva, antibelicista y reaccionaria. El secreto de que Pink Floyd sobreviviera a la expulsión de Syd Barret fue evolucionar hacia un sonido distinto en el que acomodar las aptitudes creativas de Waters Gilmour. No fue fácil, ya que la deriva discográfica es evidente en todos aquellos álbumes que publicaron hasta llegar a Meddle. Una vez convertidos en trío a mediados de los ochenta no intentaron adaptarse a la nueva formación y, sin un alma torturada como la de Waters entre sus filas, intentaron llenar sus letras de mensajes trascendentales logrando una mala copia de glorias pasadas pedante en exceso.


Pink Floyd - The Division Bell

Quizá ese fue el principal problema del trío Pink Floyd, intentar mantener la profundidad heredada del apabullante legado de álbumes como The Wall o AnimalsA pesar de las enigmáticas portadas de Storm Thorgerson o de los rimbombantes títulos de las canciones, siempre pienso lo mismo cuando escucho A Momentary Lapse Of Reason o The Division Bell: Gilmour & cía eran menos profundos que un charco. Waters en realidad nunca fue un intelectual, pero tenía la extraña capacidad de trasmitir la visceralidad de sus sentimientos en todas las canciones que componía. También fue capaz de mutarse en ideólogo de izquierdas para volcar todo el asco que sentía por la sociedad en un álbum tan sobrevalorado como Animals. Al menos tenía un discurso que necesitaba expresar, cosa que no veo en los dos álbumes del grupo sin su participación. Resulta poco honesto y artificioso que tres millonarios acomodados traten de venderte un álbum sobre la incomunicación como The Division Bell.

Duele decirlo, pero el camino correcto habría sido el que siguió Genesis tras la marcha de Peter Gabriel, mutar gradualmente desde el rock progresivo a un pop efectista y libre de complejos. Me sorprende la cantidad de detractores que hay de los Genesis de Phil Collins, así como fans de Pink Floyd que continúan alabando al grupo incluso tras la marcha de Roger Waters. No niego la capacidad de Gilmour como compositor de melodías o la excelencia instrumental de Mason y Wright, sólo digo que sus discos como Pink Floyd se me hacen poco soportables por la sensación de que intentan aparentar algo que no podían ser.


Pink Floyd - The Division Bell
Roger Waters haciendo la gracieta
The Division Bell es además un álbum desfasado desde el momento en el que fue publicado. Su sonido nos retrotrae a mediados de los ochenta por ese particular sonido de la guitarra solista y ese toque new age que mantienen todas sus canciones. A día de hoy resulta difícil adivinar que fue un álbum publicado el mismo año que Definitely Maybe de Oasis o Crooked Rain Crooked Rain de Pavement. No me gustaría terminar con los aspectos negativos sin hacer mención al tema compuesto por Richard Wright, Wearing The Inside Out. El comienzo con el saxofón parece sacado de mediados de los setenta, cuando ese instrumento en concreto viralizó todas las producciones de las grandes estrellas del rock. Hablamos además de una de las canciones más mortalmente aburridas de la discografía del grupo. La propia interpretación de Wright es demasiado monótona y los siete minutos que dura se hacen eternos.
Lo que me gusta de The Division Bell me llevará menos párrafos. El álbum tiene un puñado de excelentes canciones, dignas herederas de otros temas firmados por Gilmour como Confortably Numb o Wish You Were Here. Me llama la atención especialmente Take It Back, la canción que U2 nunca pudo escribir para The Unforgettable Fire. El tema es fantástico, pero resulta curiosa esa reivindicación de los U2 de diez años atrás cuando Bono y sus chicos andaban por entonces experimentando con Achtung Baby y Zooropa. Por otro lado, Lost For Words y Coming Back To Life atesoran algunas de las melodías más redondas que Gilmour haya aportado como compositor a Pink Floyd. High Hopes, por su parte, me parece plomiza en su comienzo, pero se redime gracias a unos estribillos simples pero efectivos.

Escucha Pink Floyd - The Division Bell en Spotify 

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