Píntame las rosas
con la sangre vertida de tus venas abiertas
con la desfachatez de las auroras
empeñadas en salir de la oscuridad ciega;
Y píntame estas manos gastadas de sueños
de tanto revolver el barro de los días
en la incesante búsqueda de quimeras,
resquicios de felicidad insertada en la espada
de un dios efímero y primitivo,
entre las inmundicias cotidianas quiero encontrar
los minutos serenos en que fuiste mío
entregándonos en versos dicientes
sobre rutas baldías de la tierra de Eliot
mientras nos bebíamos el alba
embriagados de be-ver-sos.
Píntame otra vez
las fronteras marchitas de flores
libando el dulce y triste almíbar de mi boca
cura la sal de mis heridas malditas
hiérveme en tu paz.
25 miradas para compartir la luz, editado por UNESCO
(próximamente)