Revista Historia

Pintores, litógrafos y fotógrafos masones en Gijón (Asturias) Siglo XIX

Por Vguerra

Pintores, litógrafos y fotógrafos masones en Gijón (Asturias) Siglo XIX

Hermanos y masones: Jesús  y Marceliano Cuesta,  en una foto cedida por la saga familiar
Lo cierto es que tenía muy abandonado este blog en cuento a los trabajos historiográficos sobre la masonería asturiana, por lo cual aporto en esta ocasión mediante la entrega parcial del capitulo de mi libro, aún sin publicar, sobre  la MASONERÏA EN GIJON siglo XIX y XX, 
En este caso, el capítulo está dedicado a los fotógrafos, pintores y litógrafos, que poblaron las logias asturianas, teniendo algunos de ellos cierto renombre en sus distintas profesiones.
Iré entregando cada mes aproximadamente algunas partes de este libro que guarda el sueño del olvido y que algún día habrá que publicar, y recobrando en parte el trabajo inicial como historiador de la masonería asturiana, que fue mi primera ocupación.
Víctor Guerra Pintores, litógrafos y fotógrafos masones en Asturias Siglo XIX.La presencia de artistas u hombres ligados a las artes liberales en el seno de las logias no parece haber sido un fenómeno muy frecuente en la masonería, y si embargo, en ese sentido los talleres masónicos gijoneses presentan unos rasgos interesantes, ya que en su seno encontramos una cantidad tal de fotógrafos, no solo entre el común de los hermanos francmasones, sino en los cargos directivos de las logias que nos hace reflexionar sobre el objeto de esa continuada presencia . 

Para alguien que haya observado la simbólica indumentaria de los francmasones, la composición ritualística, el atrezzo de los templos, pudiera pensarse que es un mundo ideal para reflejar a través del negativo y, sin embargo son escasas las escenas que se han podido ver impresionadas en los trabajos de los profesionales de la fotografía que pulularon por la ciudad, incluso pudiera llegarse a pensar que dichos archivos quedaron más bien en la intimidad de los laboratorios personales de dichos fotógrafos francmasones, pero la investigación y la recepción de nuevos aportes documentales nos están dando razón a esta plausible teoría. ¿Fue fruto de esta escasa aportación fílmica, la ley de represión de 1940, que contribuyó a desaparecer por completo los posibles archivos, o tal esterilidad se debe a otras causas? Es muy posible que esa falta de documentos gráficos se haya debido a varios factores: 1º/ Que el juramento que cada masón realiza a la hora de su iniciación le impide revelar detalles de las ceremonias, de los atrezzos ritualísticos etc., lo que explicaría dicha ausencia. 2º/ Que la primordial discreción que las logias y los masones observaban, impedían cualquier atisbo o resquicio para poder dar publicidad, o descubrir diversos entresijos del cerrado mundo de la masonería al público en general. De ahí, que solo tengamos fotos individuales o de grupos con el atuendo masónico pero no de los interiores de las logias o fotografías personales dentro de los ámbitos internos de los talleres. El mundo cerrado de la masonería, ese atrezzo y dramatización ritualística que vemos en diversos grabados debió ser toda una tentación para profesionales de la fotografía como: Julio Peinado, Bastide, o el propio Farias, y extraña pues, que no hayan dejado constancia de ese entresijado mundo decorativo que tanto morbo despertó entre los detractores de la masonería. Detractores que no se «cortaron ni un pelo» que dirían los mas castizos, para presentar a la Institución masónica con carteles o grabados que la reflejaban como vengativos cortadores de cabeza a través de satánicos ritos. Nada de todo ello movió a los fotógrafos masones, como para atreverse a plasmar la inocencia existente en las prácticas masónicas. Lo máxime que llegaron a realizar, al menos que se sepa, son los daguerrotipos de insignes masones armados de banda y mandil, o con algunas de las herramientas que les distinguía como grandes dignidades de la Orden, tal y como hizo Ricardo del Río. Por otro lado los fotógrafos masones constituyeron a su vez una vanguardia profesional que como bien expresa Francisco Crabifosse «harían suyo en una formulación propia, cuyos matices contribuirían a su definición fotográfica en el contexto asturiano» .La ciudad rica en matices paisajísticos, industriales y sociales atrae a una buena caterva de artistas, y profesionales ligados a la fotografía, o la litografía, algunos de los cuales pululan por los mismos centros fabriles como La Industria, o La Asturiana que fueron algunos de sus primeros destinos. Luego le sucedieron las aulas de la Escuela de Artes y Oficios, el Instituto Jovellanos o el propio Ateneo-Casino Jovellanos, que van a constituirse en los lugares de impartición de sus conocimientos y también de sus avanzadas técnicas. Algunos ya eran masones de viejo cuño, otros se vincularán tras su establecimiento en el cerrado círculo empresarial que domina la vida social de la ciudad. Sus peripecias curriculares serán diversas y variadas, como así nos lo dejarán ver cada uno de ellos en su quehacer profesional y masónico. Las primeras noticias que tenemos de miembros de la masonería del siglo XIX, dedicados a las artes liberales son varias: la de un miembro originario de Bélgica, este país junto con Francia, va a tener un acento especial entre los masones asturianos, pues el primer taller masónico que se va establecer en la ciudad estará vinculado con el Gran Oriente de Francia y, muchos de sus componentes, de la llamada primera ornada, son súbditos belgas y, de la república francesa, para quienes el triple emblema de Libertad, Igualdad y Fraternidad, que va a presidir los frontispicios de las logias, los balaustres y planchas de los masones con la abreviatura de L:.I:.F:.,[1], tendrá un doble sentido. Ese súbdito belga ligado a las artes liberales va a ser Pierre Louis Guilhou, hermano del gran industrial Numa Gilhou que puso en Asturias a funcionar todo un emporio industrial como fue la Fábrica Mieres, frente a la cual hoy se encuentra el llamado Cementerio de los Franceses, uno de los enterramientos funerarios fuera de los lugares diseñados para ello, y en el cual está enterrado el magnate belga[2]. A Pierre Louis, de profesión pintor retratista, lo tenemos localizado en la primera logia que se instala de Gijón bajo los auspicios del Gran Oriente de Francia Los Amigos de la Naturaleza y Humanidad, que tendrá solo cuatro años de vida, pues pronto las garras de la monarquía isabelina haciendo patente la máxima de que la masonería iba en contra de los fundamentos de la Corona y el Altar, arremete con una orden fechada el 1 de mayo de 1853 disponiendo la persecución de las sociedades secretas. Una desgraciada carta del Venerable de la logia gijonesa Joaquín Cabrera encontrada durante el registro de la logia de Gracia, (Barcelona) trajo para el taller gijonés fatales consecuencias produciendo el desbaratamiento de la logia y el encarcelamiento de algunos de sus dignatarios. Es precisamente en esa época y en las circunstancias que se dieron entre 1851 y 1853 cuando encontramos dentro de la logia a tan ilustre pintor retratista, que en marzo de 1853 va a ser elegido como Diputado ante el Gran Oriente de Francia, nombramiento que rehúsa puesto que tiene pensado partir como así lo expresa en carta ante el Gran Secretario del Oriente de Francia: «Hagan el favor pues, muy queridos hermanos de no dar ningún curso a esta demanda. La logia había pensado sin duda que me instalaba para siempre en este oriente. Voy a escribir inmediatamente a la logia para testimoniar todos mis pesares por no poder por mi próxima partida cumplir el mandato que habían querido confiarme».
La estancia de Pierre Louis Guilhou, en la región viene determinada por la floreciente industria del vidrio que necesitada de profesionales, contrató a diversos artistas entre ellos a Guilhou, que reunía la doble condición de pintor y de daguerrotipista (dado que en ese periodo se denominaba retratista principalmente a aquéllos que utilizaban la técnica fotográfica para realizar retratos). Su estancia fue excesivamente larga, dada la escasa demanda existente, por lo que Guilhou debió estar vinculado al colectivo de artistas reunidos en torno a la fábrica de vidrio La Industria.[3] Entre esa florida y exquisita mano de obra traída de la mano de Luís Truhán, estaban también prestigiosos doradores y grabadores de probada filiación masónica: Francisco Bronner, Milius Schmidt o un tardío Ulpiano Alonso.[4] Otro fotógrafo de origen alsaciano, muy asentado en los bancos masónicos gijoneses es Louis Rapp, que aunque ejerce como fotógrafo local en Avilés, es un activo miembro de dos formaciones masónicas que se darán en la villa gijonesa, en la cuales se registra una primera estancia en la primigenia logia Los Amigos de la Naturaleza y Humanidad (1850-1854) donde ejerce de Orador en 1852 y, Tesorero en 1853, coincidiendo en el tiempo con Guilhou. En este período su signación profesional en el cuadro lógico de la logia es la de obrero del vidrio. Rapp no va a estar presente en la segunda formación masónica que se va a dar en la ciudad, pero en cambio sí va a participar en la siguiente formación en la logia Amigos de la Naturaleza y de la Humanidad (1879-1886), donde le encontramos como industrial. Quien nos aporta la noticia de su instalación como fotógrafo en este caso en Avilés, es una vez más, Francisco Cabrifosse que nos indica en su obra Historia de la Fotografía en Gijón, que Louis Rapp cederá su estudio a otro fotógrafo miembro de la hermandad masónica. En esta logia que se circunscribe entre 1879-1886, hay otro litógrafo, que trabaja en una de las incipientes fábricas que se dan en Gijón, en concreto en La Asturiana, fabrica impulsada por Mariano Suárez Pola y que comenzará trayendo hasta sus instalaciones a diversos artistas litógrafos ingleses, entre ellos a Guillermo Goodwin, que trabajará en las dos últimas logias: Amigos de la Naturaleza y de la Humanidad y, Amigos de la Humanidad. En el primero de los talleres se iniciará un 14 de abril de la mano del venerable Apolinar Menéndez Acebal, en cuya ceremonia adoptará el simbólico de Milton. También participará en el taller más combativo de esta última década que trabaja bajo el título distintivo y acortado, de Amigos de la Humanidad, donde ejercerá en 1889 la función de 2º Vigilante, siendo a su vez uno de los firmantes del escrito que una gran parte de la comunidad extranjera y local, mucha de ella de militancia francmasona, haga llegar al alcalde Alejandro Alvargónzalez, de manos de vicecónsul británico Felipe Wals, para una posible ampliación y adecentamiento del Cementerio Civil del Sucu. En 1886 tenemos localizado a otro fotógrafo asentado en Gijón y, que estuvo en activo hasta 1889, es José Bastide.[5] El estudioso de la fotografía F. Crabifosse, le adjudica un posible origen francés y, lo vincula a la colonia extranjera relacionada con la fábrica de vidrios, La Industria. Bastide como fotógrafo se establece en Gijón con un primer estudio hacia 1872, que ubica en la calle Álvarez Garaya, para trasladarse un par de años más tarde a una buhardilla de la calle Corrida nº 37, que hacía esquina con la calle Munuza,.[6] Un estudio fotográfico que será con mucho, el estudio de mayor tradición de la ciudad al ser ocupado por varios fotógrafos, alguno de ellos miembros de la masonería. El trabajo de adaptación de la buhardilla para su futura expansión como estudio fotográfico es todo un documento acerca de las ideas que manejaba Bastide, que eran de una cierta envergadura, pues dicho establecimiento servirá de morada para otros profesionales hasta que las reformas urbanas que sufre Gijón entre la Dictadura de Primo de Rivera y el período republicano harán desaparecer el preciado edificio.[7] La vinculación de este precursor de la fotografía con la masonería va a estar relacionada con la logia Amigos de la Naturaleza y de la Humanidad (1879-1888), en cuyo taller aparece con el simbólico de Demócrito.
Bastide pertenece a una logia de la cual solo existen los cuadros lógicos de 1879 y, 1880. Luego hay un vacío documental de seis años en los que se carece de cualquier noticia de las actividades o cuales fueron sus miembros , tal carestía termina al encontrar un pequeño filón de cartas firmadas por José Bastide como Venerable, y que están escritas entre 1887-1888. En ellas deja traslucir sus preocupaciones acerca de que Oriente pudiera auspiciar el taller que lidera, pues si bien el taller dependía del Gran Oriente de España (GOE), el deseo era irse con el Oriente que lideraba el Vizconde de Ros, el Gran Oriente Nacional de España (GONE). También sus cartas dejan traslucir la persecución que sufrían los más combativos miembros de la masonería, que debido a dicha militancia eran expatriados profesionalmente a otros destinos, como deja entrever la carta que dirige Bastide como Venerable al Vizconde de Ros para que éste influyera en el Cuerpo de Telégrafos, para que un hermano del taller pudiera regresar desde Pravia (destino al que había sido expatriado por un superior de ideas carlistas) a Gijón y poder así incorporarse a las labores masónicas y a sus otras ocupaciones que le ayudaban a complementar su escaso sueldo de funcionario de telégrafos . Profesionalmente Bastide era un aventajado fotógrafo que desde su inicial especialidad de «carte de visite» va a participar de una forma activa en las labores de divulgación de la profesión como medio de comunicación, para lo cual tomando como base el Ateneo-Casino Obrero imparte diversas conferencias de tipo científico, las cuales va a ilustrar con diapositivas, como así lo recoge la prensa local del momento.[8] Bastide va a tener además, una fuerte repercusión profesional, pues de su estancia y trabajos en la ciudad se recogen muchas noticias en la prensa local y regional. Otro profesional de la fotografía que pasó por el estudio de la calle Corrida 37, fue Antonio Quiroga.[9] Victoria Hidalgo en su libro sobre la masonería asturiana del siglo XIX, le cita como miembro de la logia Amigos de la Humanidad, al que sitúa en la logia entre 1893-1894, con el simbólico Moherlesson. Sin embargo la presencia de este fotógrafo en la masonería hay que retrotraerla hasta la logia Amigos de la Naturaleza y Humanidad, bajo los auspicios del GONE, como así lo afirman Nicanor Alonso como ex -Venerable, Luciano Coste como ex 1º Vigilante, el ex secretario Julio Peinado y el Maestro de Ceremonias Ricardo del Río, en un documento que expiden el 21 de febrero de 1905 y en el cual también indican que su compañero y hermano masón pasó por sus méritos del grado Rosacruz (18º) al grado 30º de Gran Elegido Caballero Kadosh. En este documento hay una curiosidad, y no está tanto, el que Quiroga, se iniciara en una u otra logia o tuviera uno u otro grado, sino en la fecha de emisión de la carta: 1905. Esto significa que la masonería asturiana no concluye abruptamente a partir de 1898, sino que de algún modo irá perviviendo a través, fundamentalmente, de la logia Amigos de la Humanidad, que en esa época parece ser la única que tenía alguna actividad, al menos administrativa al firmar tal balaustre. Y no deja se ser curioso que extiendan una documentación administrativa con sus respectivos sellos y cuños, cuyo hecho concluye con otro argumento y es, que la finiquitación de la masonería del siglo XIX que daba Victoria Hidalgo, no es tal, puesto que fuera de esos plazos que se marcaron en su día por dicha profesora, tenemos a otros miembros de la masonería asturiana pululando por diversos acontecimientos en representación de sus respectivas logias, como pudiera ser el caso de César Álvarez Cascos en representación de su logia, en el Congreso de Librepensamiento de 1902, cuyo taller se da por finiquitado mucho antes. Es cierto que los vacíos documentales de las logias asturianas permiten muy pocas disquisiciones sobre los periplos curriculares de sus miembros, bien por ausencia de la documentación, bien porque los datos consignados son tan escasos que permiten pocas más averiguaciones, de ahí que la siguiente noticia que tenemos de Quiroga es el hecho de tenerlo ahora asentado en los valles de Madrid en el seno de la logia Progreso nº 88 con el grado 30, habiendo sido elegido para desarrollar el grado de 2º Experto en el período de 1905 al 1909.,noticia que se comunica mediante el Boletín del GOE en agosto de 1905. Sin embargo, en noviembre de ese mismo año se le concede la plancha de quite. No deja de resultar paradójica la querencia de los francmasones por la logia Progreso de Madrid, pues estamos viendo que varios son los que se incardinan desde los talleres asturianos hasta ella y en otras ocasiones son otros los que dan el salto desde dicha logia a las tierras asturianas: así tenemos a Segy Martí, a Medina Farias y, ahora a Quiroga. La irrupción de Antonio Quiroga en el mundo de la fotografía, rompe con los moldes clásicos, pues su Sociedad Electro-Fotográfica desde su concepción de fotógrafo ambulante, va a ir estableciendo toda una red de estudios por toda la península dependientes de una casa central que él mismo administraba. Siguiendo tal pauta abrió estudios en Málaga, Zamora, Salamanca, Bilbao, Lérida y aunque Crabiffosse le da como ausente de Gijón entre el año 1893 y 1894, lo cierto es que en ese curso masónico es nombrado para el desarrollo del importante cargo de Orador de la logia, que es imprescindible para el funcionamiento de la misma y no parece por las actas del taller que las ausencias sean notables. Al estar el activo Quiroga en posesión de los altos grados masónicos, era lógico que tenían que abrirle muchas puertas en ese intento de expansión comercial, lo que es fácil de imaginar dada las relaciones de fraternidad y ayuda que se establecen entre masones, y está claro que tanto Quiroga como sus hermanos de sociabilidad podían prestarse valientes servicios, tal vez sea la explicación cabal de porqué encontramos al frente de su estudio de Oviedo al futuro francmasón Julio Pintado. ¿Tendría algo que ver en esa labor publicista y de favor el que ofreciera en Gijón en 1892 por 20 céntimos un retrato de Práxedes Mateo Sagasta, a la par reconocido hermano francmasón y Gran Maestre del Gran Oriente de España? Contemporáneo a estos dos fotógrafos tenemos también a otro conocido profesional local, aunque aquí le traiga con la simplificación de nombres y apellidos que el tomó para firmar sus obras: Marceliano Cuesta. Sus apellidos eran García Menéndez Cuesta y García, y que a decir de Crabiffosse que le dio como nacido en Gijón, cuando es probable que fuese originario de Muñás de Arriba perteneciente a la parroquia de S. Pedro de Carcedo en el concejo de Valdés de donde era proveniente su familia. Será a través de los contactos que tuvo con distintos fotógrafos, concretamente con Carlos Mieg como se inicie en la fotografía hacia 1866. Abre su estudio en 1867 en la céntrica calle de Los Moros, lo cual le supone un fuerte desembolso, para lo que procede a hipotecar varios inmuebles que tenía en su tierra natal, auque las dificultades de pago son claras ya que tendrá que posponer los pagos hasta 1869.Realmente le costará salir adelante con dicho emplazamiento lo que le obligará a deambular con la cámara al hombro entre Gijón, Oviedo y Avilés, siendo en esta última villa donde ocupará un estudio cedido por su hermano de banco masónico Louis Rapp, el mismo que reseñábamos anteriormente. Marceliano Cuesta se inicia en la logia Amigos de la Naturaleza y de la Humanidad (1879-1886), en la cual le encontramos mediante un cuadro lógico de 1886. En dicha logia procede a imponerse en la ceremonia de iniciación, el simbólico de Arquímedes. A pesar de tan expresivo nombre simbólico, Marceliano con su imaginaria palanca no puede levantar a su familia con la fotografía, profesión que abandona para dedicarse a otras labores más fructíferas, de hecho, en ese cuadro de miembros de la logia queda consignada su profesión como industrial. Era socio de una tejera en Cayés (Llanera) y, también entró en el sector de la destilería a través de la Alcoholera de Veriña, donde no solo terminó haciéndose con la propiedad, sino que además sus licores obtuvieron una medalla de oro en la Exposición Universal de Bruselas. Este inquieto francmasón activo republicano, cuya faceta política tocaremos más adelante, estuvo implicado así mismo en otras empresas y proyectos como fue la memoria sobre la piscicultura, que fue premiada en la Exposición Regional celebrada en 1899 en Gijón. Su descendencia, fruto del matrimonio con Ramona González López, fallecida ya centenaria, le reportó siete hijos entre los que destacaron Jesús y Marceliano, por su afición al ciclismo en cuya actividad eran famosos, puesto que aglutinaban a su alrededor el mundo del velocípedo tanto lúdico como deportivo, del cual no solo conocían todos sus secretos, sino que además eran muy diestros en su manejo. Una foto de Marceliano (hijo) vestido de ciclista la podemos contemplar en el libro ya citado de Crabiffosse[10]. Ambos hijos fueron a su vez miembros de la masonería, Marceliano (hijo)[11] fue iniciado en febrero de 1924 en la logia Riego con el simbólico Watt y llegará a vestir el mandil de Maestro Masón (3º) en diciembre d e 1928, a causa de lo cual terminará siendo citado en la Causa General 155. Su hermano Jesús,[12] que había nacido en Veriña (Gijón), el 26 de julio 1879, en su simbólico intentará recuperar sus viejas raíces familiares, para lo cual se autoimpondrá el nombre de Cangas de Tineo en una ceremonia que se celebra el 6 de octubre 1922, en el seno de la logia Jovellanos, donde pedirá la plancha de quite para poder constituir de forma regular la logia Riego, cuestión que se comunica al Gran Consejo del Grado 33, en diciembre de 1923. En marzo de 1931, Jesús Cuesta será dado de baja por falta de asistencia y pago. Y al igual que su hermano será citado como masón en la Causa General 155. Marceliano siguiendo buena parte de las pautas que se dan en los miembros de la masonería gijonesa va integrarse en el republicanismo federal, formando parte activa del Círculo Republicano Gijonés en cuya organización desempeñó en 1869 el cargo de secretario, formando parte de la candidatura para la Diputación Provincial de Asturias junto con Eladio Carreño y Melquíades Álvarez. Este último con el paso del tiempo formará parte de la masonería gijonesa del siglo XX.



[1] Son los tres principios que componen el lema emancipador y regenerador de la masonería. [2] Así nos describe, Luís Miguel Piñera, en Los otros Cementerios de Asturias publicado en los suplementos de El Comercio, el pequeño cementerio mierense: «pequeño recinto de 300 metros cuadrados con tres palmeras al que se accede por una monumental escalinata y rodeado por unas cadenas. Todo en un manifiestamente mejorable estado de conservación a la orilla de la carretera. Allí está presidiendo, el mausoleo con la única inscripción de una estrella de cinco puntas la tumba de Numa Guilhou» [3] ibidem. Página 145 [4] Todos ellos han sido tratados en el capítulo de este mismo libro titulado Pioneros [5] Expediente de la logia AHN A-737/10-3. [6] Dato que aporta Crabifosse en su libro de la historia de la fotografía en Gijón, y que se confirma en las cartas de Bastide al Vizconde de Ros, en una de ellas fechada el 4 de junio de 1888, aparece un sello de José Bastide “fotógrafo” C/ Corrida 37- Gijón. [7] Proyecto que puede verse en el libro citado de Crabifosse, pag 30-31. [8] Vesubio y las Ruinas de Pompeya. El Comercio, Gijón, 16/11/188. ; Los animales prehistóricos. El Comercio, Gijón, 27/11/1888. [9] Expediente personal. AHPA expediente 3 legajo 385. [10] Ibidem Pág. 134. [11] AHN Expediente personal 6 Legajo 750. [12] AHN expediente nº 17. Legajo 407. Víctor GUERRA.

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