![Pioneros y Novellum Pioneros y Novellum](http://m1.paperblog.com/i/358/3586430/pioneros-novellum-L-2560dK.jpeg)
Como podéis ver en la foto, la sobriedad de la etiqueta del Novellum, blanca y negra, contrasta con la multicoloreada portada de Pioneros, en una edición preciosa de Alba Clásica.Se trata de un vino con crianza, embotellado en 2008, algo que se aprecia en el color del vino. Como es normal por los meses de envejecimiento, su color es intenso, una fuerte tonalidad picota muy madura con ribetes color teja y una lágrima densa en la copa.El aroma, eh... NPI, pero al beberlo te sientes inundado por la complejidad sápida. Unos potentes taninos que te secan la boca, pero con una perfecta acidez que te hace salivar, quizás mucho más apreciables los primeros que lo segundo debido a la vejez del vino. La boca se inunda de fruta madura en la que se aprecian sabores a cereza, ciruela, regaliz y un pequeño toque final a cacao que pesa en la boca ( incluso me recordó a la castaña asada, y aquí, he de decir, que flipo, porque probablemente se trate más de que me retrotrajo al invierno y al recuerdo de comer castañas calentitas en un atardecer frío, no a la percepción del sabor en sí, así que no me hagáis caso. Cada uno tiene sus recuerdos, ¿no? ¿Pero acaso no forman parte estos personales recuerdos de las impresiones recibidas en en cuanto a sentidos se refiere?). Desde luego no puedo decir que sea refrescante, sino maduro, y se aprecia el cuerpo del vino en la lengua, que te pide algo de acompañamiento sólido.Tal vez no sea el mejor vino para narrarlo con Pioneros pues es bastante intenso, mientras que Pioneros en más flojo de lo que esperaba, o al menos lo es en la distancia corta pues, rebuscando bien, se ve que presenta un cuerpo con mucha fuerza pero que, en mi caso, no ha sido suficiente para convencerme por completo.Pioneros narra la vida de una familia de emigrantes suecos en la inhóspita Nebraska de finales del XIX cuya hija mayor, Alexandra, quedará a la cabeza de familia tras la muerte del padre. Se trata de una vida dura, la de los colonos europeos llegado a Norteamérica.Alexandra se enfrenta no sólo a la dureza del terreno sino también a la de las mentes tradicionalistas y anticuadas que consideran que el papel de la mujer es secundario, o terciario si me apuras, al del hombre. A pesar de todo, Alexandra conseguirá sacar adelante a su familia, e incluso hacer que prospere cómodamente.
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La obra entera está perfumada con el aura de dureza que les tocó vivir, pero esta narrado de forma tan sutil, y las elipsis están tan bien medidas, que parece que todo sucede solo, sin el esfuerzo de nadie.De este modo nos encontraremos metidos en una novela de superación, tanto desde el punto de vista social, como del personal e individual y, al mismo tiempo, en la segunda parte se empieza a advertir la transformación de la historia en una oda de amor, y la tercera, en una tragedia en la que cobra vital importancia el hermano pequeño de Alexandra y que nos muestra lo ciega que está a todo lo que no sea el bien de la familia en general, olvidando lo individual pues, esta tragedia, se ve venir a años luz para los lectores que, evidentemente, lo vemos todo desde un plano omnipresente.Así, esta superación de la que hablo a nivel individual se encuentra marcada sobre todo en la segunda parte, en la que Alexandra tendría que soportar la injusticia de tener 40 años, haber dedicado toda su vida a los demás y no recibir el menor crédito. Es esta la parte con mayor carga reivindicativa por parte de la autora, que manifiesta claramente su opinión al afirmar que las mujeres fueron una parte muy importante, si no la mayor en la colonización americana.Es una historia de personajes bien creados y, ahora que lo pienso, que casan muy bien con el vino que he escogido. Un vino potente para una tierra dura y solaz; unos protagonistas rudos para un vino maduro que seca la boca; un vino de matices complejos pero con un buen fondo, como la protagonista de esta novela, que lucha contra viento y marea y guarda su corazón en un cofre.
A pesar de los aspectos negativos que, para mi, tiene la novela, y los positivos, que son muchos, Willa Cather nos ofrece un canto al futuro, pero sin olvidar el pasado. Un canto de esperanza, truncado hacia el final por la tristeza y el abandono pero que nos intenta mostrar que no se debe olvidar de donde venimos cada uno.Es evidente que se trata de una novela costumbrista al uso, pero más que interesante. Realmente buena y fácil de leer pero que no me ha terminado de convencer, esperaba mucho más, pero que me deja claro que se trataba de una autora valiente, con las ideas muy claras y que me anima a leer algo más. De hecho ya tengo pensado el qué.
Añado ahora que hace un par de meses que terminé esta novela y mejora cada día más en mi mente.